Löydetty 227 Tulokset: Levitas
Los sacerdotes, los levitas, los porteros, los cantores, los donados y todos los demás israelitas se establecieron en sus ciudades. Llegado el mes séptimo, (Nehemías 7, 72)
(Josué, Baní, Serebías, Yamín, Aqcub, Sabtay, Hodiyías, Maaseías, Quelitá, Azarías, Yozabad, Janán, Pelaías, que eran levitas, explicaban la Ley al pueblo que seguía en pie.) (Nehemías 8, 7)
Entonces (Nehemías - el gobernador - y) Esdras, el sacerdote excriba (y los levitas que explicaban al pueblo) dijeron a todo el pueblo: «Este día está consagrado a Yahveh vuestro Dios; no estéis tristes ni lloréis»; pues todo el pueblo lloraba al oír las palabras de la Ley. (Nehemías 8, 9)
También los levitas tranquilizaban al pueblo diciéndole: «Callad: este día es santo. No estéis tristes.» (Nehemías 8, 11)
El segundo día los cabezas de familia de todo el pueblo, los sacerdotes y levitas se reunieron junto al escriba Esdras para comprender las palabras de la Ley. (Nehemías 8, 13)
(Josué, Binnuy, Cadmiel, Sebanías, Bunní, Serebías, Baní y Quenaní subieron al estrado de los levitas y clamaron en alta voz hacia Yahveh su Dios, (Nehemías 9, 4)
y los levitas Josué, Cadmiel, Baní, Jasabneías, Serebías, Hodiyías, Sebanías y Petajías dijeron: «¡Levantaos, bendecid a Yahveh nuestro Dios!») ¡Bendito seas, Yahveh Dios nuestro, de eternidad en eternidad! ¡Y sea bendito el Nombre de tu Gloria que supera toda bendición y alabanza! (Nehemías 9, 5)
De acuerdo con todo esto, nosotros tomamos un firme compromiso por escrito. En el documento sellado figuran nuestros jefes, nuestros levitas y nuestros sacerdotes... (Nehemías 10, 1)
Luego los levitas: Josué, hijo de Azanías, Binnuy, de los hijos de Jenadad, Cadmiel (Nehemías 10, 10)
y el resto del pueblo, los sacerdotes y los levitas los porteros, los cantores, los donados y todos los separados de las gentes del país para seguir la Ley de Dios, sus mujeres, sus hijos y sus hijas, cuantos tienen uso de razón, (Nehemías 10, 29)
Hemos echado a suertes - sacerdotes, levitas y pueblo - la ofrenda de la leña que ha de traer a la Casa de nuestro Dios cada familia en su turno, a sus tiempos, cada año, para quemarla sobre el altar de Yahveh nuestro Dios con arreglo a lo escrito en la Ley. (Nehemías 10, 35)
Lo mejor de nuestras moliendas, de los frutos de todo árbol, del vino y del aceite, se lo traeremos a los sacerdotes, a los aposentos de la Casa de nuestro Dios; y el diezmo de nuestro suelo a los levitas, y ellos mismos cobrarán el diezmo en todas las ciudades de nuestra labranza; (Nehemías 10, 38)