Löydetty 1288 Tulokset: Ner

  • pues todos caemos muchas veces. Si alguno no cae hablando, es un hombre perfecto, capaz de poner freno a todo su cuerpo. (Santiago 3, 2)

  • Pero ahora os jactáis en vuestra fanfarronería. Toda jactancia de este tipo es mala. (Santiago 4, 16)

  • así obedeció Sara a Abraham, llamándole Señor. De ella os hacéis hijas cuando obráis bien, sin tener ningún temor. (I Pedro 3, 6)

  • De igual manera vosotros, maridos, en la vida común sed comprensivos con la mujer que es un ser más frágil, tributándoles honor como coherederas que son también de la gracia de Vida, para que vuestras oraciones no encuentren obstáculo. (I Pedro 3, 7)

  • De igual manera, jóvenes, sed sumisos a los ancianos; revestíos todos de humildad en vuestras mutuas relaciones, pues Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes. (I Pedro 5, 5)

  • Salieron de entre nosotros; pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para poner de manifiesto que no todos son de los nuestros. (I Juan 2, 19)

  • Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros. (I Juan 4, 11)

  • Ellos han dado testimonio de tu amor en presencia de la Iglesia. Harás bien en proveerles para su viaje de manera digna de Dios. (III Juan 1, 6)

  • Estos son los que crean divisiones, viven una vida sólo natural sin tener el espíritu. (Judas 1, 19)

  • Yo, Juan, vuestro hermano y compañero de la tribulación, del reino y de la paciencia, en Jesús. Yo me encontraba en la isla llamada Patmos, por causa de la Palabra de Dios y del testimonio de Jesús. (Apocalipsis 1, 9)

  • Pero tengo alguna cosa contra ti: mantienes ahí algunos que sostienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balaq a poner tropiezos a los hijos de Israel para que comieran carnes inmoladas a los ídolos y fornicaran. (Apocalipsis 2, 14)

  • Porque ha llegado el Gran Día de su cólera y ¿quién podrá sostenerse?» (Apocalipsis 6, 17)


“Que Jesus reine sempre soberano no seu coração e o faça cada vez mais digno de seus divinos dons.” São Padre Pio de Pietrelcina