Löydetty 59 Tulokset: Querubines

  • porque los querubines extendían las alas por encima del sitio del arca, cubriendo los querubines el arca y su varales por encima. (I Reyes 8, 7)

  • Hizo Ezequías esta plegaria ante Yahveh: «Yahveh, Dios de Israel, que estás sobre los Querubines, tú sólo eres Dios en todos los reinos de la tierra, tú el que has hecho los cielos y la tierra. (II Reyes 19, 15)

  • Fue, pues, David, con todo Israel, hacia Baalá, a Quiryat Yearim de Judá, para subir allí el arca del Dios que lleva el Nombre de Yahveh que está sobre los querubines. (I Crónicas 13, 6)

  • para el altar del incienso, oro acrisolado según el peso; asimismo según el peso; asimismo el modelo de la carroza y de los querubines que extienden las alas y cubren el arca de la alianza de Yahveh. (I Crónicas 28, 18)

  • Recubrió de oro la Casa, las vigas, los umbrales, sus paredes y sus puertas, y esculpió querubines sobre las paredes. (II Crónicas 3, 7)

  • En el interior de la sala del Santo de los Santos hizo dos querubines, de obra esculpida, que revistió de oro. (II Crónicas 3, 10)

  • Las alas de los querubines tenían veinte codos de largo. Un ala era de cinco codos y tocaba la pared de la sala; la otra ala tenía también cinco codos y tocaba el ala del otro querubín. (II Crónicas 3, 11)

  • Las alas desplegadas de estos querubines medían veinte codos. Estaban de pie, y con sus caras vueltas hacia la sala. (II Crónicas 3, 13)

  • Hizo también el velo de púrpura violeta, púrpura escarlata, carmesí y lino fino, y en él hizo poner querubines. (II Crónicas 3, 14)

  • Los sacerdotes llevaron el arca de la alianza de Yahveh a su lugar, al Debir de la Casa, al Santo de los Santos, bajo las alas de los querubines. (II Crónicas 5, 7)

  • Pues los querubines extendían las alas por encima del emplazamiento del arca, cubriendo el arca y los varales por encima. (II Crónicas 5, 8)

  • Reina Yahveh, los pueblos tiemblan; se sienta en querubines, la tierra se estremece; (Salmos 99, 1)


“Não se desencoraje se você precisa trabalhar muito para colher pouco. Se você pensasse em quanto uma só alma custou a Jesus, você nunca reclamaria!” São Padre Pio de Pietrelcina