Löydetty 19 Tulokset: Yearim

  • Los israelitas partieron del campamento y llegaron al tercer día a sus ciudades, que eran Gabaón, Kefirá, Beerot y Quiryat Yearim. (Josué 9, 17)

  • El límite torcía de la cumbre del monte hacia la fuente de agua de Neftoaj y seguía hacia las ciudades del monte Efrón para torcer en dirección a Baalá, o sea, Quiryat Yearim. (Josué 15, 9)

  • De Baalá, el límite doblaba por el oeste hacia el monte Seír y, pasando por la vertiente norte del monte Yearim, o sea Kesalón, bajaba a Bet Semes, pasaba a Timná, (Josué 15, 10)

  • Quiryat Baal, que es Quiryat Yearim, y Harabbá: dos ciudades con sus aldeas. (Josué 15, 60)

  • Torcía el límite y volvía por el oeste hacia el sur, desde el monte que está al lado meridional de Bet Jorón, para ir a salir hacia Quiryat Baal, que es Quiryat Yearim, ciudad de los hijos de Judá. Ese era el lado oeste. (Josué 18, 14)

  • Y el lado sur: desde el extremo de Quiryat Yearim, el límite seguía hacia Gasín y salía cerca de la fuente de las aguas de Neftóaj, (Josué 18, 15)

  • Subieron y acamparon en Quiryat Yearim, en Judá. Por eso, todavía hoy, se llama aquel lugar el Campamento de Dan. Está detrás de Quiryat Yearim. (Jueces 18, 12)

  • Enviaron mensajeros a los habitantes de Quiryat Yearim para decirles: «Los filisteos han devuelto el arca de Yahveh. Bajad y subidla con vosotros.» (I Samuel 6, 21)

  • Vinieron las gentes de Quiryat Yearim y subieron el arca de Yahveh. La llevaron a la casa de Abinadab, en la loma, y consagraron a su hijo Eleazar para que custodiase el arca de Yahveh. (I Samuel 7, 1)

  • Pasaron muchos días - veinte años - desde el día en que el arca se instaló en Quiryat Yearim, y toda la casa de Israel suspiró por Yahveh. (I Samuel 7, 2)

  • Estos fueron los hijos de Caleb. Hijos de Jur, primogénito de Efratá: Sobal, padre de Quiryat Yearim; (I Crónicas 2, 50)

  • Sobal, padre de Quiryat Yearim, tuvo por hijos a Haroé, es decir, la mitad de los manajatitas (I Crónicas 2, 52)


“Quando a videira se separa da estaca que a sustenta, cai, e ao ficar na terra apodrece com todos os cachos que possui. Alerta, portanto, o demônio não dorme!” São Padre Pio de Pietrelcina