Löydetty 387 Tulokset: agua de la purificación
que te ha conducido a través de ese desierto grande y terrible entre serpientes abrasadoras y escorpiones: que en un lugar de sed, sin agua, hizo brotar para ti agua de la roca más dura; (Deuteronomio 8, 15)
Yo había subido al monte a recoger las tablas de piedra, las tablas de la alianza que Yahveh había concluido con vosotros. Permanecí en el monte cuarenta días y cuarenta noches sin comer pan ni beber agua. (Deuteronomio 9, 9)
Luego me postré ante Yahveh; como la otra vez, estuve cuarenta días y cuarenta noches sin comer pan ni beber agua, por todo el pecado que habíais cometido haciendo el mal a los ojos de Yahveh hasta irritarle. (Deuteronomio 9, 18)
Sino que la tierra a la que vais a pasar para tomarla en posesión es una tierra de montes y valles, que bebe el agua de la lluvia del cielo. (Deuteronomio 11, 11)
Sólo la sangre no la comeréis; la derramarás en tierra como agua. (Deuteronomio 12, 16)
No la comerás, la derramarás en tierra como agua. (Deuteronomio 12, 24)
De entre todo lo que vive en el agua, podéis comer lo siguiente: todo lo que tiene aletas y escamas lo podéis comer. (Deuteronomio 14, 9)
sólo la sangre no la comerás; la derramarás en tierra como agua. (Deuteronomio 15, 23)
Los ancianos de esa ciudad bajarán la becerra a un torrente de agua perenne, donde no se haya arado ni se siembre, y allí, en el torrente, romperán la nuca de la becerra. (Deuteronomio 21, 4)
Porque no vinieron a vuestro encuentro con el pan y el agua cuando estábais de camino a la salida de Egipto, y porque alquiló para maldecirte a Balaam, hijo de Beor, desde Petor, Aram de Mesopotamia. (Deuteronomio 23, 5)
Si alguien, después de haber oído las palabras de esta imprecación, se las promete felices en su corazón diciendo: «Aunque me conduzca en la terquedad de mi corazón, todo me irá bien, puesto que la abundancia de agua quitará la sed», (Deuteronomio 29, 18)
Tú darás esta orden a los sacerdotes que llevan el arca de la alianza: "En cuanto lleguéis a la orilla del agua del Jordán, os pararéis en el Jordán."» (Josué 3, 8)