Löydetty 24 Tulokset: calamidad

  • Envió Moisés mensajeros desde Cadés: «Al rey de Edom. Así dice tu hermano Israel: Ya sabes por qué gran calamidad hemos pasado. (Números 20, 14)

  • 10.000 hombres elegidos de todo Israel llegaron frente a Guibeá. El combate se endureció; los benjaminitas no se daban cuenta de la calamidad que se les venía encima. (Jueces 20, 34)

  • Entonces los hombres de Israel hicieron frente y los benjaminitas temblaron al ver la calamidad que se les venía encima. (Jueces 20, 41)

  • Y fijaos: si toma el camino de su país, hacia Bet Semes, es él el que nos ha causado esta gran calamidad; si no, sabremos que no ha sido su mano la que nos ha castigado y que todo esto nos ha sucedido por casualidad.» (I Samuel 6, 9)

  • Ahora, pues, levántate, sal y habla al corazón de tus servidores, porque por Yahveh te juro que, si no sales, no quedará contigo esta noche ni un hombre, y esto sería para ti mayor calamidad que cuantas vinieron sobre ti desde tu juventud hasta hoy.» (II Samuel 19, 8)

  • Cierto que has batido a Edom y tu corazón te ha envanecido; sé glorioso, pero quédate en tu casa. ¿Por qué exponerte a una calamidad y a caer tú y Judá contigo?» (II Reyes 14, 10)

  • Tú te dices: "He derrotado a Edom." Por eso te lleva tu corazón a jactarte. Sé glorioso, pero quédate ahora en tu casa. ¿Por qué exponerte a una calamidad y a caer tú y Judá contigo?» (II Crónicas 25, 19)

  • ¿Acaso Dios escucha su gemido, cuando viene sobre él una calamidad? (Job 27, 9)

  • con orden de degollar a los que no adoptaran el cambio a las costumbres griegas. Podíase ya entrever la calamidad inminente. (II Macabeos 6, 9)

  • El hijo necio, calamidad para su padre, goteo sin fin las querellas de mujer. (Proverbios 19, 13)

  • porque al instante surgirá su calamidad, y ¿quién sabe el castigo que pueden ambos dar? (Proverbios 24, 22)

  • Otra calamidad he visto bajo el sol, como error que emana de la autoridad: (Eclesiastés 10, 5)


“Não se desencoraje se você precisa trabalhar muito para colher pouco. Se você pensasse em quanto uma só alma custou a Jesus, você nunca reclamaria!” São Padre Pio de Pietrelcina