Löydetty 231 Tulokset: fuerza militar

  • Infúndeles miedo, rompe la confianza que en su fuerza ponen y queden abatidos con su derrota. (I Macabeos 4, 32)

  • Luego, a toda prisa, partió y volvió a Antioquía, donde encontró a Filipo dueño de la ciudad. Le atacó y se apoderó de la ciudad por la fuerza. (I Macabeos 6, 63)

  • Al ver Alcimo que Judas y los suyos cobraban fuerza y que él no podía resistirles, se volvió donde el rey y les acusó de graves delitos. (I Macabeos 7, 25)

  • Si es que tienes confianza en tus fuerzas, baja ahora a encontrarte con nosotros en la llanura y allí nos mediremos, que conmigo está la fuerza de las ciudades. (I Macabeos 10, 71)

  • «Si tienes algún enemigo conspirador contra el Estado, mándalo allá y te volverá molido a azotes, si es que salva su vida, porque te aseguro que rodea a aquel Lugar una fuerza divina. (II Macabeos 3, 38)

  • En cuanto a mí, me encuentro postrado sin fuerza en mi lecho, con un amistoso recuerdo de vosotros. A mi vuelta de las regiones de Persia, contraje una molesta enfermedad y he considerado necesario preocuparme de vuestra seguridad común. (II Macabeos 9, 21)

  • Un tal Dositeo, jinete valiente, del cuerpo de los tubios, se apoderó de Gorgias, y agarrándole por la clámide, le arrastraba por la fuerza con el deseo de capturar vivo a aquel maldito; pero un jinete tracio se echó sobre Dositeo, le cortó el hombro, y Gorgias huyó hacia Marisá. (II Macabeos 12, 35)

  • Los judíos, que le acompañaban a la fuerza, le dijeron: «No mates así de modo tan salvaje y bárbaro; respeta y honra más bien el día que con preferencia ha sido santificado por Aquél que todo lo ve.» (II Macabeos 15, 2)

  • Míos son el consejo y la habilidad, yo soy la inteligencia, mía es la fuerza. (Proverbios 8, 14)

  • Donde no hay bueyes, pesebre vacío; cosecha abundante con la fuerza del toro. (Proverbios 14, 4)

  • Si te dejas abatir el día de la angustia, angosta es tu fuerza. (Proverbios 24, 10)

  • las hormigas - multitud sin fuerza - que preparan en verano su alimento; (Proverbios 30, 25)


“O Anjo de Deus não nos abandona jamais.” São Padre Pio de Pietrelcina