Löydetty 920 Tulokset: muros de Jerusalén

  • Pero en atención a David, le dio Yahveh su Dios una lámpara en Jerusalén, suscitando a su hijo después de él y manteniendo en pie a Jerusalén, (I Reyes 15, 4)

  • Reinó 41 años en Jerusalén; su abuela se llamaba Maaká, hija de Absalón. (I Reyes 15, 10)

  • Josafat tenía 35 años cuando comenzó a reinar y reinó veinticinco años en Jerusalén. Su madre se llamaba Azubá, hija de Siljí. (I Reyes 22, 42)

  • Tenía 32 años cuando comenzó a reinar y reinó ocho años en Jerusalén. (II Reyes 8, 17)

  • Veintidós años tenía Ocozías cuando comenzó a reinar y reinó un año en Jerusalén; el nombre de su madre era Atalía, hija de Omrí, rey de Israel. (II Reyes 8, 26)

  • Sus servidores le llevaron en carro a Jerusalén y le sepultaron en su sepulcro con sus padres en la ciudad de David. (II Reyes 9, 28)

  • y él les dijo: «Echadla abajo.» La echaron abajo y su sangre salpicó los muros y a los caballos, que la pisotearon. (II Reyes 9, 33)

  • El año séptimo de Jehú comenzó a reinar Joás y reinó cuarenta años en Jerusalén; el nombre de su madre era Sibía de Berseba. (II Reyes 12, 2)

  • Entonces Jazael, rey de Aram, subió para combatir contra Gat, la tomó y se volvió para subir contra Jerusalén. (II Reyes 12, 18)

  • Joás, rey de Judá, tomó todas las cosas sagradas que habían consagrado sus padres Josafat, Joram y Ocozías, reyes de Judá, todas las cosas que él mismo había consagrado y todo el oro que se pudo encontrar en los tesoros de la Casa de Yahveh y de la casa del rey, y lo mando a Jazael, rey de Aram, que se alejó de Jerusalén. (II Reyes 12, 19)

  • Tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó veintinueve años en Jerusalén; el nombre de su madre era Yehoaddán, de Jerusalén. (II Reyes 14, 2)

  • Joás, rey de Israel, capturó en Bet Semes a Amasías, rey de Judá, hijo de Joás, hijo de Ocozías, y lo llevó a Jerusalén. Abrió brecha de cuatrocientos codos en la muralla de Jerusalén desde la puerta de Efraím hasta la puerta del Angulo. (II Reyes 14, 13)


“É sempre necessário ir para a frente, nunca para trás, na vida espiritual. O barco que pára em vez de ir adiante é empurrado para trás pelo vento.” São Padre Pio de Pietrelcina