Löydetty 810 Tulokset: pan

  • por su parte Pablo eligió por compañero a Silas y partió, encomendado por los hermanos a la gracia de Dios. (Hechos 15, 40)

  • de forma que bastaba aplicar a los enfermos los pañuelos o mandiles que había usado y se alejaban de ellos las enfermedades y salían los espíritus malos. (Hechos 19, 12)

  • reunió a éstos y también a los obreros de este ramo y les dijo: «Compañeros, vosotros sabéis que a esta industria debemos el bienestar; (Hechos 19, 25)

  • La ciudad se llenó de confusión. Todos a una se precipitaron en el teatro arrastrando consigo a Gayo y a Aristarco, macedonios, compañeros de viaje de Pablo. (Hechos 19, 29)

  • Si Demetrio y los artífices que le acompañan tienen quejas contra alguno, audiencias y procónsules hay; que presenten sus reclamaciones. (Hechos 19, 38)

  • Le acompañaban Sópatros, hijo de Pirro, de Berea; Aristarco y Segundo, de Tesalónica; Gayo, de Doberes, y Timoteo; Tíquico y Trófimo, de Asia. (Hechos 20, 4)

  • El primer día de la semana, estando nosotros reunidos para la fracción del pan, Pablo, que debía marchar al día siguiente, conversaba con ellos y alargó la charla hasta la media noche. (Hechos 20, 7)

  • Subió luego; partió el pan y comió; después platicó largo tiempo, hasta el amanecer. Entonces se marchó. (Hechos 20, 11)

  • Vosotros sabéis que estas manos proveyeron a mis necesidades y a las de mis compañeros. (Hechos 20, 34)

  • afligidos sobre todo por lo que había dicho: que ya no volverían a ver su rostro. Y fueron acompañandole hasta la nave. (Hechos 20, 38)

  • Cuando se nos pasaron aquellos días, salimos y nos pusimos en camino. Todos nos acompañaron con sus mujeres e hijos, hasta las afueras de la ciudad. En la playa nos pusimos de rodillas y oramos; (Hechos 21, 5)

  • Como yo no veía, a causa del resplandor de aquella luz, conducido de la mano por mis compañeros llegué a Damasco. (Hechos 22, 11)


“Dirás tu o mais belo dos credos quando houver noite em redor de ti, na hora do sacrifício, na dor, no supremo esforço duma vontade inquebrantável para o bem. Este credo é como um relâmpago que rasga a escuridão de teu espírito e no seu brilho te eleva a Deus”. São Padre Pio de Pietrelcina