Löydetty 226 Tulokset: piedra de ayuda
tal como has visto desprenderse del monte, sin intervención de mano humana, la piedra que redujo a polvo el hierro, el bronce, la arcilla, la plata y el oro. El Dios grande ha dado a conocer al rey lo que ha de suceder. Tal es verdaderamente el sueño, y su interpretación digna de confianza.» (Daniel 2, 45)
Bebieron vino y alabaron a sus dioses de oro y plata, de bronce y hierro, de madera y piedra. (Daniel 5, 4)
te has engreído contra el Señor del Cielo, se han traído a tu presencia los vasos de su Casa, y tú, tus dignatorios, tus mujeres y tus concubinas, habéis bebido vino en ellos. Habéis celebrado a los dioses de plata y oro, de bronce y hierro, de madera y piedra, que no ven ni oyen ni entienden, pero no has glorificado al Dios que tiene en sus manos tu propio aliento y de quien dependen todos tus caminos. (Daniel 5, 23)
Se trajo una piedra que fue colocada a la entrada del foso, y el rey la selló con su anillo y con el anillo de sus dignatarios, para que no se pudiese cambiar la suerte de Daniel. (Daniel 6, 18)
El Príncipe del reino de Persia me ha hecho resistencia durante veintiún días, pero Miguel, uno de los Primeros Príncipes, ha venido en mi ayuda. Le he dejado allí junto a los reyes de Persia (Daniel 10, 13)
Pero voy a revelarte lo que está consignado en el Libro de la Verdad. Nadie me presta ayuda para esto, excepto Miguel, vuestro Príncipe, (Daniel 10, 21)
mi apoyo para darme ayuda y sostenerme. (Daniel 11, 1)
Cuando sucumban, recibirán poca ayuda; y muchos se unirán a ellos traidoramente. (Daniel 11, 34)
Plantará sus tiendas reales entre el mar y el santo monte de la Tierra del Esplendor. Entonces llegará a su fin y nadie vendrá en su ayuda. (Daniel 11, 45)
Etiopía y Egipto eran su fuerza que no tenía límite; Put y los libios venían en su ayuda. (Nahún 3, 9)
Porque la piedra grita desde el muro, y la viga desde el maderamen le responde. (Habacuc 2, 11)
¡Ay de quien dice al madero: «Despierta», «Levántate», a la piedra muda! ¿Da ello algún oráculo? ¡Está, sí, cubierto de oro y plata, pero ni un soplo en su interior! (Habacuc 2, 19)