Löydetty 381 Tulokset: soldados de saul

  • Ordénales que pongan a tu disposición tierra y agua, porque partiré airado contra ellos y cubriré toda la superficie de la tierra con los pies de mis soldados, a los que entregaré el país como botín. (Judit 2, 7)

  • les dijo: «Hijos de Canaán, hacedme saber quién es este pueblo establecido en la montaña, qué ciudades habita, cuál es la importancia de su ejército y en qué estriba su poder y su fuerza, qué rey está a su frente y manda a sus soldados, (Judit 5, 3)

  • Entonces, el hierro de mis soldados y la lanza de mis servidores te atravesará los costados y caerás junto a sus heridos, cuando yo me revuelva contra ellos. (Judit 6, 6)

  • Inspeccionó todas las subidas de la ciudad, reconoció las fuentes y las ocupó, dejando en ellas guarniciones de soldados; y él se volvió donde su ejército. (Judit 7, 7)

  • Del maestro de coro. Del siervo de Yahveh, David, que dirigió a Yahveh las palabras de este cántico el día en que Yahveh le libró de todos sus enemigos y de las manos de Saúl. (Salmos 18, 1)

  • Cuando el edomita Doeg vino a avisar a Saúl diciéndole: «David ha entrado en casa de Ajimélek.» (Salmos 52, 2)

  • Cuando los zifitas vinieron a decir a Saúl: «¿No está escondido David entre nosotros?» (Salmos 54, 2)

  • Del maestro de coro. «No destruyas.» De David. A media voz. Cuando, huyendo de Saúl, se escondió en la cueva. (Salmos 57, 1)

  • Del maestro de coro. «No destruyas.» De David. A media voz. Cuando Saúl mandó a vigilar su casa con el fin de matarle. (Salmos 59, 1)

  • salieron del campamento a presentar batalla. Los soldados de Judas hicieron sonar la trompeta (I Macabeos 4, 13)

  • y cuando vio aquel poderoso ejército, oró diciendo: «Bendito seas, Salvador de Israel, que quebraste el ímpetu del poderoso guerrero por mano de tu siervo David y entregaste el ejército de los filisteos en manos de Jonatán, hijo de Saúl, y de su escudero. (I Macabeos 4, 30)

  • Al ver Lisias la derrota sufrida por su ejército y la intrepidez de los soldados de Judas, y cómo estaban resueltos a vivir o morir valerosamente, partió para Antioquía, donde reclutó mercenarios con ánimo de presentarse de nuevo en Judea con fuerzas más numerosas. (I Macabeos 4, 35)


“Onde não há obediência, não há virtude. Onde não há virtude, não há bem, não há amor; e onde não há amor, não há Deus; e sem Deus não se chega ao Paraíso. Tudo isso é como uma escada: se faltar um degrau, caímos”. São Padre Pio de Pietrelcina