Löydetty 1068 Tulokset: templo de Jerusalén
Había en Jerusalén hombres piadosos, que allí residían, venidos de todas las naciones que hay bajo el cielo. (Hechos 2, 5)
Entonces Pedro, presentándose con los Once, levantó su voz y les dijo: «Judíos y habitantes todos de Jerusalén: Que os quede esto bien claro y prestad atención a mis palabras: (Hechos 2, 14)
Acudían al Templo todos los días con perseverancia y con un mismo espíritu, partían el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón. (Hechos 2, 46)
Pedro y Juan subían al Templo para la oración de la hora nona. (Hechos 3, 1)
Había un hombre, tullido desde su nacimiento, al que llevaban y ponían todos los días junto a la puerta del Templo llamada Hermosa para que pidiera limosna a los que entraban en el Templo. (Hechos 3, 2)
Este, al ver a Pedro y a Juan que iban a entrar en el Templo, les pidió una limosna. (Hechos 3, 3)
y de un salto se puso en pie y andaba. Entró con ellos en el Templo andando, saltando y alabando a Dios. (Hechos 3, 8)
le reconocían, pues él era el que pedía limosma sentado junto a la puerta Hermosa del Templo. Y se quedaron llenos de estupor y asombro por lo que había sucedido. (Hechos 3, 10)
Estaban hablando al pueblo, cuando se les presentaron los sacerdotes, el jefe de la guardia del Templo y los saduceos, (Hechos 4, 1)
Al día siguiente se reunieron en Jerusalén sus jefes, ancianos y escribas, (Hechos 4, 5)
Decían: «¿Qué haremos con estos hombres? Es evidente para todos los habitantes de Jerusalén, que ellos han realizado una señal manifiesta, y no podemos negarlo. (Hechos 4, 16)
También acudía la multitud de las ciudades vecinas a Jerusalén trayendo enfermos y atormentados por espíritus inmundos; y todos eran curados. (Hechos 5, 16)