Löydetty 142 Tulokset: toma de decisiones

  • Toma luego una sartén de hierro y colócala como un muro de hierro entre ti y la ciudad. Fijarás tu rostro sobre ella, y quedará en estado de sitio: tú la sitiarás. Es una señal para la casa de Israel. (Ezequiel 4, 3)

  • Toma, pues, trigo, cebada, habas, lentejas, mijo, espelta: ponlo en una misma vasija y haz con ello tu pan. Durante todo el tiempo que estés acostado de un lado - trescientos noventa días - comerás de ello. (Ezequiel 4, 9)

  • Tú, hijo de hombre, toma una espada afilada, tómala como navaja de barbero, y pásatela por tu cabeza y tu barba. Luego tomarás una balanza y dividirás en partes lo que hayas cortado. (Ezequiel 5, 1)

  • Y dijo al hombre vestido de lino: «Métete entre las ruedas, debajo de los querubines, toma a manos llenas brasas ardientes de entre los querubines y espárcelas por la ciudad.» Y él entró, ante mis ojos. (Ezequiel 10, 2)

  • Cuando dio esta orden al hombre vestido de lino: «Toma fuego de en medio de las ruedas, de entre los querubines», el hombré fue y se detuvo junto a la rueda; (Ezequiel 10, 6)

  • ¿Se toma de él madera para hacer alguna cosa? ¿Se hace con él un gancho para colgar algún objeto? (Ezequiel 15, 3)

  • La mujer adúltera, en lugar de su marido, toma ajenos. (Ezequiel 16, 32)

  • ¡Toma un rumbo: a la derecha, vuélvete a la izquierda, donde tus filos sean requeridos! (Ezequiel 21, 21)

  • Toma lo mejor del ganado menor. Apila en torno la leña debajo, hazla hervir a borbotones, de modo que hasta los huesos se cuezan. (Ezequiel 24, 5)

  • Y tú, hijo de hombre, toma un leño y escribe en él: «Judá y los israelitas que están con él.» Toma luego otro leño y escribe en él: «José, leño de Efraím, y toda la casa de Israel que está con él.» (Ezequiel 37, 16)

  • Habacuc gritó: «Daniel, Daniel, toma la comida que el Señor te ha enviado.» (Daniel 14, 37)

  • Tomad con vosotros palabras, y volved a Yahveh. Decidle: «Quita toda culpa; toma lo que es bueno; y en vez de novillos te ofreceremos nuestros labios. (Oseas 14, 3)


Uma filha espiritual perguntou a Padre Pio: “O Senhor cura tantas pessoas, por que não cura esta sua filha espiritual?” Padre Pio respondeu-lhe em voz baixa: “E não nos oferecemos a Deus?” São Padre Pio de Pietrelcina