Löydetty 30 Tulokset: Ídolo

  • El fundidor funde el ídolo, y el orfebre lo recubre de oro y le suelda cadenas de plata. (Isaías 40, 19)

  • El fundidor anima al orfebre, el que pule con el martillo al que golpea el yunque; dice de la soldadura: ¡Está bien!, y sujeta el ídolo con clavos para que no se mueva. (Isaías 41, 7)

  • El que trabaja la madera tira la cuerda de medir, diseña el ídolo a lápiz, lo trabaja a la azuela, sigue el diseño con el compás y lo modela semejante a una figura humana, conforme a las facciones de un hombre, para que habite en un templo. (Isaías 44, 13)

  • Todo esto lo emplea el hombre para hacer fuego y le sirve para calentarse; lo enciende también para cocer el pan. Y con esto mismo se fabrica además un dios para prosternarse ante él, se hace un ídolo para adorarlo. (Isaías 44, 15)

  • Y con lo restante se hace su dios, su ídolo, ante el cual se prosterna y se inclina y al que suplica diciendo: "¡Sálvame, pues tú eres mi dios!". (Isaías 44, 17)

  • ¡Reuníos y venid, acercaos todos juntos, supervivientes de las naciones! Insensatos son los que pasean un ídolo de madera y suplican a un dios que no puede salvar. (Isaías 45, 20)

  • por eso te lo anuncié desde hace mucho; antes que sucediese te lo proclamé, para que no dijeses: Lo ha hecho un ídolo; mi estatua, mi bronce fundido lo ha ordenado. (Isaías 48, 5)

  • Se sacrifica un toro, se mata a un hombre, se inmola una oveja, se estrangula un perro; se ofrece sangre de cerdo, se quema incienso adorando a un ídolo. Como ellos gustan de seguir sus caminos y su alma se complace en sus horrores, (Isaías 66, 3)

  • Todo hombre entonces se siente torpe y perplejo; todo orfebre se avergüenza de su ídolo, porque sus estatuas son una mentira y les falta el aliento. (Jeremías 10, 14)

  • Entonces todo hombre se siente estúpido, insensato; todo orfebre se avergüenza de su ídolo, porque lo que ha fundido no es más que mentira, que carece de aliento. (Jeremías 51, 17)

  • Alargó una especie de mano, me agarró por los cabellos y el espíritu me elevó entre la tierra y el cielo y me llevó, en visiones divinas, a Jerusalén, a la entrada de la puerta interior que da al norte, allí donde estaba situado el ídolo que provoca los celos. (Ezequiel 8, 3)

  • Y me dijo: "Hijo de hombre, levanta tus ojos hacia el norte". Levanté mis ojos hacia el norte, y vi al norte de la puerta del altar el ídolo de los celos en la entrada. (Ezequiel 8, 5)


“Nunca se canse de rezar e de ensinar a rezar.” São Padre Pio de Pietrelcina