Löydetty 138 Tulokset: Cincuenta

  • Entraron a ofrecer sacrificios y holocaustos, y Jehú apostó fuera cincuenta hombres, con esta orden: "El que deje escapar a alguno de estos hombres que yo os pongo en las manos responderá con su vida de la vida de aquél". (II Reyes 10, 24)

  • Por eso no dejó a Joacaz otra gente que cincuenta jinetes, diez carros y diez mil infantes, porque el rey de Siria los había destruido y reducido como el polvo de la trilla. (II Reyes 13, 7)

  • Tenía dieciséis años cuando comenzó a reinar, y reinó cincuenta y dos años en Jerusalén. Su madre se llamaba Yecolía, de Jerusalén. (II Reyes 15, 2)

  • El año cincuenta de Azarías, rey de Judá, comenzó a reinar sobre Israel en Samaría Pecajías, hijo de Menajén. Reinó dos años. (II Reyes 15, 23)

  • Pero se conjuró contra él Pécaj, hijo de Romelía, su capitán, que lo mató en Samaría, en la torre del palacio real, junto con Argob y Arié. Tenía consigo cincuenta hombres de Galaad. Lo mató y le sucedió en el trono. (II Reyes 15, 25)

  • El año cincuenta y dos de Azarías, rey de Judá, Pécaj, hijo de Romelía, comenzó a reinar sobre Israel. Reinó veinte años en Samaría. (II Reyes 15, 27)

  • Manasés tenía doce años cuando subió al trono, y reinó en Jerusalén cincuenta y cinco. Su madre se llamaba Jefsibá. (II Reyes 21, 1)

  • Los clavos, de oro también, pesaban quinientos cincuenta gramos cada uno. Revistió también de oro las salas superiores. (II Crónicas 3, 9)

  • Los jefes y capataces que tenía el rey Salomón al mando de los obreros eran doscientos cincuenta. (II Crónicas 8, 10)

  • Ozías tenía dieciséis años cuando comenzó a reinar, y reinó cincuenta y dos años en Jerusalén. Su madre se llamaba Yecolía, de Jerusalén. (II Crónicas 26, 3)

  • Manasés tenía doce años cuando subió al trono, y reinó cincuenta y cinco años en Jerusalén. (II Crónicas 33, 1)

  • de Elán, mil doscientos cincuenta y cuatro; (Esdras 2, 7)


Por que a tentação passada deixa na alma uma certa perturbação? perguntou um penitente a Padre Pio. Ele respondeu: “Você já presenciou um tremor de terra? Quando tudo estremece a sua volta, você também é sacudido; no entanto, não necessariamente fica enterrado nos destroços!” São Padre Pio de Pietrelcina