Löydetty 126 Tulokset: Ezequías

  • También éstos son proverbios de Salomón, que transcribieron los hombres de Ezequías, rey de Judá. (Proverbios 25, 1)

  • Ezequías fortificó su ciudad y metió las aguas dentro de ella. Taladró con hierro la roca y edificó estanques para las aguas. (Eclesiástico 48, 17)

  • Porque Ezequías hizo lo que agrada al Señor y siguió los pasos de su padre, David, como le había ordenado el profeta Isaías, el grande y fiel en sus visiones. (Eclesiástico 48, 22)

  • Fuera de David, Ezequías y Josías, todos multiplicaron los pecados, porque abandonaron la ley del altísimo. Los reyes de Judá desaparecieron, (Eclesiástico 49, 4)

  • Visión que Isaías, hijo de Amós, tuvo acerca de Judá y Jerusalén en los días de Ozías. Jotán, Acaz y Ezequías, reyes de Judá. (Isaías 1, 1)

  • El año catorce del rey Ezequías, Senaquerib, rey de Asiria, subió contra todas las ciudades fortificadas de Judá y las tomó todas. (Isaías 36, 1)

  • Desde Laquis, el rey de Asiria envió hacia el rey Ezequías, en Jerusalén, al general, con gran fuerza militar. Se apostó éste cerca del canal de la alberca superior, junto al camino del Campo del Batanero. (Isaías 36, 2)

  • El general les dijo: Decid a Ezequías: "Esto dice el gran rey, el rey de Asiria: ¿Qué esperanza es esa que mantienes? (Isaías 36, 4)

  • Acaso me diréis: Nosotros confiamos en el Señor, nuestro Dios; pero ¿no es ése precisamente el Dios cuyas colinas y cuyos altares suprimió Ezequías, ordenando a Judá y a Jerusalén: Sólo ante este altar os debéis prosternar? (Isaías 36, 7)

  • Esto dice el rey: ¡No os dejéis engañar por Ezequías, que no os podrá salvar! (Isaías 36, 14)

  • No os infunda Ezequías confianza en el Señor, al deciros: El Señor nos librará sin duda alguna; esta ciudad no caerá en manos del rey de Asiria: (Isaías 36, 15)

  • No escuchéis a Ezequías, pues esto dice el rey de Asiria: Haced la paz conmigo, venid a mí y cada uno de vosotros comerá el fruto de su viña y de su higuera; cada uno beberá el agua de su pozo, (Isaías 36, 16)


“Resigna-te a ser neste momento uma pequena abelha. E enquanto esperas ser uma grande abelha, ágil, hábil, capaz de fabricar bom mel, humilha-te com muito amor perante Deus e os homens, pois Deus fala aos que se mantêm diante dele humildemente”. São Padre Pio de Pietrelcina