Löydetty 222 Tulokset: Josué

  • Josué dijo: "Rodad grandes piedras a la entrada de la cueva y apartad unos cuantos hombres para guardarla. (Josué 10, 18)

  • Después que Josué y los israelitas los derrotaron y los exterminaron, los que habían escapado se refugiaron en las ciudades fortificadas. (Josué 10, 20)

  • Todo el pueblo volvió sano y salvo junto a Josué, en Maqueda. Nadie se atrevió a hacer nada contra los israelitas. (Josué 10, 21)

  • Josué dijo: "Abrid la boca de la cueva, sacad a los cinco reyes y traédmelos". (Josué 10, 22)

  • Cuando los llevaron ante Josué, éste llamó a todos los hombres de Israel y dijo a los jefes del ejército que le habían acompañado: "Acercaos y poned vuestros pies sobre el cuello de estos reyes". Se acercaron y lo hicieron. (Josué 10, 24)

  • Y Josué les dijo: "No temáis ni os acobardéis; sed fuertes y decididos, porque así tratará el Señor a todos vuestros enemigos contra los que tenéis que combatir". (Josué 10, 25)

  • Después de esto, Josué los golpeó y los mató; y mandó que los colgaran de cinco árboles, y en ellos estuvieron colgados hasta la tarde. (Josué 10, 26)

  • Pero, al ponerse el sol, Josué mandó descolgarlos y echarlos en la cueva donde se habían escondido. Y pusieron grandes piedras en la entrada de la cueva, y allí están todavía hoy. (Josué 10, 27)

  • Ese mismo día Josué tomó a Maqueda y la destruyó; pasó a filo de espada a todos los que vivían en ella sin dejar ni un superviviente; al rey de Maqueda lo trató como había tratado al rey de Jericó. (Josué 10, 28)

  • De Maqueda, Josué y los israelitas pasaron a Libná y la atacaron. (Josué 10, 29)

  • Horán, el rey de Guézer, subió para socorrer a Laquis; pero Josué lo derrotó a él y a su pueblo, hasta que no quedó ni un superviviente. (Josué 10, 33)

  • Josué conquistó toda la tierra: la montaña, el Negueb, la tierra baja y las pendientes con todos sus reyes, sin dejar ni un superviviente. Entregó al exterminio a todo ser viviente, como había mandado el Señor, Dios de Israel. (Josué 10, 40)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina