Löydetty 181 Tulokset: Montaña
Los hombres de Esaú y los amonitas subieron y acamparon en la montaña frente a Dotán, de donde enviaron algunos al sur y al este, cara a Egrebel, cerca de Jus, que está sobre el torrente Mocmur. El resto del ejército asirio acampó en la llanura, cubriendo todo el país. Sus tiendas y su equipamiento eran una mole ingente, pues era una muchedumbre impresionante. (Judit 7, 18)
Cumplida la orden, Judit salió con su doncella. Los de la ciudad la seguían con la mirada mientras bajaba la montaña hasta pasar el valle; después la perdieron de vista. (Judit 10, 10)
Voy a presentarme a Holofernes, general jefe de vuestro ejército, para comunicarle información exacta. Yo le mostraré el camino para apoderarse de toda la montaña, sin perder ni un solo hombre". (Judit 10, 13)
Tampoco ahora habría levantado mi espada contra tu pueblo, que habita en la montaña, si no me hubiese despreciado; pero él lo ha querido. (Judit 11, 2)
quien la metió en las alforjas de las provisiones; luego salieron ambas a la oración, como de costumbre. Atravesaron el campo, bordearon el valle, faldearon la montaña de Betulia y llegaron a las puertas de la ciudad. (Judit 13, 10)
Al rayar el alba, colgaron la cabeza de Holofernes en las murallas. Tomó cada cual sus armas y salieron en grupos hacia las subidas de la montaña. (Judit 14, 11)
y se llenaron de miedo y de terror. Ninguno quería permanecer allí; todos salieron a la desbandada, huyendo por todos los caminos de la llanura y de la montaña. (Judit 15, 2)
Los israelitas que volvían de la matanza se adueñaban del resto. Las alquerías y las aldeas de la montaña y de la llanura obtuvieron un gran botín, pues la abundancia era enorme. (Judit 15, 7)
Salmo de David ¿Quién podrá, Señor, hospedarse en tu casa, quién podrá morar en tu montaña santa? (Salmos 15, 1)
Con tu favor, Señor, has refortalecido mi montaña; pero escondiste el rostro y quedé perturbado. (Salmos 30, 8)
Envía tu luz y tu verdad; ellas me guiarán, me conducirán a tu montaña santa, a tus moradas. (Salmos 43, 3)
Pues ni de oriente ni de occidente, ni del desierto ni de la montaña viene la salvación; (Salmos 75, 7)