Löydetty 1575 Tulokset:

  • pues si verdaderamente habéis oído hablar de él y os han instruido en la verdad de Jesús, (Efesios 4, 21)

  • Antes erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor; caminad como hijos de la luz (Efesios 5, 8)

  • Os pido sobre todo que viváis una vida digna del evangelio de Cristo para que, sea que vaya y lo vea, sea que ausente lo oiga, perseveréis firmes en un mismo espíritu, luchando con una sola alma por la fe del evangelio, (Filipenses 1, 27)

  • teniendo que sostener el mismo combate que antes visteis en mí y ahora oís de mí. (Filipenses 1, 30)

  • practicad lo que habéis aprendido y recibido, lo que habéis oído y visto en mí, y el Dios de la paz estará con vosotros. (Filipenses 4, 9)

  • por la esperanza de lo que os está reservado en los cielos, de la que ya oísteis hablar por la palabra de la verdad del evangelio (Colosenses 1, 5)

  • que llegó hasta vosotros, y que, como fructifica y crece en todo el mundo, así también ha sucedido entre vosotros desde el día en que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en la verdad, (Colosenses 1, 6)

  • Por esta razón nosotros, desde el día en que lo oímos, no cesamos de rogar y pedir por vosotros, para que seáis llenos del conocimiento de su voluntad con toda sabiduría e inteligencia espiritual, (Colosenses 1, 9)

  • siempre que perseveréis sólidamente cimentados en la fe y estables e inconmovibles en la esperanza del evangelio que oísteis, el que ha de ser predicado a toda criatura bajo el cielo, y del que yo, Pablo, he sido elegido ministro. (Colosenses 1, 23)

  • Vosotros sois testigos, y también Dios, de que nos comportamos con vosotros, los creyentes, de una manera noble, justa e irreprochable. (I Tesalonicenses 2, 10)

  • Sí, ciertamente, vosotros sois nuestra corona y nuestro gozo. (I Tesalonicenses 2, 20)

  • Todos vosotros sois hijos de la luz e hijos del día; no sois hijos de la noche ni de las tinieblas. (I Tesalonicenses 5, 5)


“É doce o viver e o penar para trazer benefícios aos irmãos e para tantas almas que, vertiginosamente, desejam se justificar no mal, a despeito do Bem Supremo.” São Padre Pio de Pietrelcina