Löydetty 256 Tulokset: Servicio del Tabernáculo
El sumo sacerdote Joaquín, los sacerdotes del servicio y los levitas, ceñidos sus cuerpos con cilicio, ofrecían el sacrificio perpetuo, las ofrendas y los dones voluntarios del pueblo. (Judit 4, 14)
Tu nombre es "el Señor". Deshaz su fuerza con tu poder y humilla su dominio con tu ira, pues pretenden profanar tu santuario, violar el tabernáculo donde mora el nombre de tu gloria y arrancar con hierro los cuernos de tu altar. (Judit 9, 8)
Todos los servidores del rey, que estaban al servicio de la puerta de palacio, se arrodillaban y postraban cuando Amán pasaba, según había ordenado el rey. Pero Mardoqueo no se arrodillaba ni se postraba ante él. (Ester 3, 2)
Llamó entonces Ester a Hatac, uno de los eunucos que el rey había puesto a su servicio, y lo mandó a preguntar a Mardoqueo qué pasaba y por qué hacía aquello. (Ester 4, 5)
Harbona, uno de los eunucos del servicio del rey, dijo: "La horca de veinticinco metros de altura que Amán ha preparado para Mardoqueo, que habló en favor del rey, está en casa de Amán". El rey dijo: "Colgadlo". (Ester 7, 9)
¿No es un servicio la vida del hombre en la tierra? ¿No son sus días, días de jornalero? (Job 7, 1)
según tus decisiones, todo subsiste hoy, pues todas las cosas están a tu servicio. (Salmos 119, 91)
Y todo lo demás que los funcionarios no hayan abonado, se abonará desde ahora para el servicio del templo. (I Macabeos 10, 41)
Le envió una vajilla de oro y un servicio de mesa, autorizándolo a beber en copas de oro, a llevar la púrpura y el broche de oro. (I Macabeos 11, 58)
Se dice también en los documentos que el profeta, ilustrado por revelación de Dios, mandó que llevaran tras él el tabernáculo y el arca. Salió hasta el monte a donde Moisés había subido para contemplar la tierra prometida por Dios. (II Macabeos 2, 4)
Una vez arriba, Jeremías encontró una caverna y en ella metió el tabernáculo, el arca y el altar del incienso, y cerró la entrada. (II Macabeos 2, 5)
a quien descubrió que en el tesoro del templo se guardaban riquezas increíbles, que la cantidad del dinero era innumerable, que no se empleaba en el servicio del templo y que el rey podría apoderarse de ello. (II Macabeos 3, 6)