Löydetty 84 Tulokset: caldeos

  • El que quede en esta ciudad morirá de espada, de hambre o de peste; el que salga y se rinda a los caldeos que os asedian, vivirá. Conservará su vida como botín. (Jeremías 21, 9)

  • Te entregaré en manos de los que buscan tu muerte, en manos de aquellos que tanto miedo te infunden: en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y en manos de los caldeos. (Jeremías 22, 25)

  • Como se mira con agrado a estos higos buenos, así miraré yo favorablemente a los desterrados de Judá, a quienes arrojo de este lugar al país de los caldeos. (Jeremías 24, 6)

  • Al cabo de estos setenta años yo castigaré al rey de Babilonia y a aquella nación -dice el Señor- por sus crímenes, así como al país de los caldeos, y haré de él una desolación eterna. (Jeremías 25, 12)

  • y Sedecías, rey de Judá, no escapará de las manos de los caldeos, sino que caerá sin remedio en manos del rey de Babilonia, que podrá hablar con él cara a cara y sus ojos verán los ojos de él, (Jeremías 32, 4)

  • y conducirá a Sedecías a Babilonia, donde estará hasta que yo me ocupe de él -dice el Señor-. Si vosotros combatís contra los caldeos, no tendréis éxito?". (Jeremías 32, 5)

  • Mira, los terraplenes que han levantado para el asalto alcanzan ya la ciudad, y la ciudad va a ser entregada en manos de los caldeos, que la atacan con la espada, el hambre y la peste. Todo lo que has anunciado se está verificando, y tú lo ves. (Jeremías 32, 24)

  • A pesar de todo, tú, oh Señor Dios, me dices: Compra por dinero este campo y toma testigos, mientras la ciudad cae en manos de los caldeos". (Jeremías 32, 25)

  • Por tanto, esto dice el Señor: Voy a entregar esta ciudad en manos de los caldeos y de Nabucodonosor, rey de Babilonia, quien la tomará. (Jeremías 32, 28)

  • Los caldeos que están atacando esta ciudad vendrán y la prenderán fuego, incendiarán sus casas, sobre cuyas terrazas se han ofrecido sacrificios a Baal y se han hecho ofrendas a dioses extraños para irritarme. (Jeremías 32, 29)

  • Aún se comprarán campos en este país, del que afirmáis: "Es un desierto sin hombres ni animales; ha caído en manos de los caldeos". (Jeremías 32, 43)

  • para aquellos que vienen a combatir contra los caldeos. Pero esto no conducirá a otra cosa que a llenar la ciudad de los cadáveres de aquellos a quienes yo hiera en mi cólera y mi furor al retirar mi rostro de esta ciudad por motivo de toda su perversidad: (Jeremías 33, 5)


“Ouço interiormente uma voz que constantemente me diz: Santifique-se e santifique!” São Padre Pio de Pietrelcina