Löydetty 224 Tulokset: fiesta de los panes sin levadura
Os escribimos cuando nos disponemos a celebrar la fiesta de la purificación. Haréis bien en celebrar estos días. (II Macabeos 2, 16)
el criminal Jasón envió a la fiesta desde Jerusalén espectadores, ciudadanos antioquenos, que llevaban trescientas dracmas de plata para el sacrificio de Hércules; pero dijeron que no convenía emplearlas en el sacrificio, sino en otros gastos. (II Macabeos 4, 19)
Llegó a Jerusalén y, simulando la paz, esperó hasta el sábado. Entonces, viendo a los judíos en fiesta, mandó hacer un desfile militar (II Macabeos 5, 25)
Por el contrario, eran violentamente obligados a celebrar cada mes, con sacrificios, la fiesta del rey; y cuando llegaban las fiestas de Baco, eran forzados a ceñir sus frentes con hiedra, y así tomar parte en las procesiones. (II Macabeos 6, 7)
Purificaron el templo, hicieron otro altar, sacaron fuego del pedernal, encendieron de nuevo la luz y el fuego y ofrecieron sacrificios; quemaron incienso y ofrecieron los panes de la proposición, renovándolo todo, después de una interrupción de dos años. (II Macabeos 10, 3)
Durante ocho días celebraron con regocijo la fiesta como la de los tabernáculos, recordando que poco antes habían pasado la fiesta de los tabernáculos en montes y cuevas, como si fueran animales salvajes. (II Macabeos 10, 6)
Judas y sus hombres les dieron las gracias, encareciéndoles que fueran siempre benévolos con su pueblo; después se volvieron a Jerusalén, pues ya estaba cercana la fiesta de pentecostés. (II Macabeos 12, 31)
Después de la fiesta de pentecostés marcharon contra Gorgias, gobernador de Idumea. (II Macabeos 12, 32)
fijándose como día festivo el 13 del mes duodécimo, adar en arameo, día que precede a la fiesta de Mardoqueo. (II Macabeos 15, 37)
Por la prosperidad de los justos se alegra la ciudad; cuando perecen los injustos, hay fiesta. (Proverbios 11, 10)
Cuando los justos triunfan, la fiesta es grande; cuando dominan los injustos, todo el mundo se esconde. (Proverbios 28, 12)
Cuando se ponía las vestiduras de fiesta y se vestía con ropas suntuosas, subía al altar santo y hacía resplandecer el ámbito del santuario. (Eclesiástico 50, 11)