Löydetty 269 Tulokset: justo

  • Ésta era la oración: Señor, Señor Dios, creador de todas las cosas; el terrible, poderoso, justo, clemente; (II Macabeos 1, 24)

  • el solo rey y único bondadoso; el solo liberal, el solo justo, omnipotente, eterno, que libras a Israel de todo mal, que elegiste a nuestros padres y los santificaste, (II Macabeos 1, 25)

  • No has escapado todavía al justo juicio del Dios omnipotente, que lo ve todo. (II Macabeos 7, 35)

  • No pudiendo soportar su propio hedor, dijo: "Justo es someterse a Dios; el mortal no debe igualarse a él". (II Macabeos 9, 12)

  • Más aún; como ni así disminuían sus dolores, porque había venido sobre él el justo juicio de Dios, desesperado de su salud, escribió a los judíos esta carta en forma de súplica: (II Macabeos 9, 18)

  • Cuando el Macabeo se enteró de la crueldad cometida contra sus compatriotas, llamó a los que estaban con él, invocó a Dios, justo juez, y (II Macabeos 12, 5)

  • Todos a una bendijeron al Señor, justo juez, que descubre las cosas ocultas. (II Macabeos 12, 41)

  • La maldición del Señor está en la casa del malvado, pero bendice la morada del justo. (Proverbios 3, 33)

  • Da al sabio, y se hará más sabio todavía; instruye al justo, y acrecerá su ciencia. (Proverbios 9, 9)

  • El Señor no deja al justo sufrir hambre, pero rechaza la codicia del malvado. (Proverbios 10, 3)

  • La bendición del Señor sobre la cabeza del justo, la boca del malhechor oculta la violencia. (Proverbios 10, 6)

  • La memoria del justo es bendecida, y el nombre del injusto es maldecido. (Proverbios 10, 7)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina