Löydetty 677 Tulokset: mano

  • El Dios que ha hecho el mundo y todo l que hay en él, siendo señor del cielo y de la tierra, no habita en templos construidos por la mano del hombre. (Hechos 17, 24)

  • Algunos judíos empujaron a Alejandro para que hablara a la gente, y Alejandro hizo señal con la mano de que quería hablar al pueblo. (Hechos 19, 33)

  • Cuando iban ya a cumplirse los siete días, los judíos de Asia, al verlo en el templo, alborotaron a la gente y le echaron mano, (Hechos 21, 27)

  • El comandante se lo permitió. Pablo, puesto en pie sobre las escaleras, hizo ademán al pueblo con la mano, y se hizo un gran silencio. Entonces habló en lengua hebrea: (Hechos 21, 40)

  • Como no veía nada debido a aquel gran resplandor, entré en Damasco llevado de la mano de mis compañeros de viaje. (Hechos 22, 11)

  • El comandante lo agarró de la mano, se lo llevó aparte y le preguntó: "¿Qué es lo que tienes que decirme?". (Hechos 23, 19)

  • Agripa dijo a Pablo: "Tienes permiso para hablar en tu defensa". Entonces Pablo, con la mano extendida, presentó su defensa: (Hechos 26, 1)

  • Pablo recogió un montón de ramaje y, al echarlo al fuego, una víbora, que escapaba de las llamas, le mordió la mano. (Hechos 28, 3)

  • Cuando los indígenas vieron la víbora colgando de su mano, se decían unos a otros: "Este hombre es ciertamente un asesino; se ha librado del mar, pero la justicia divina no le permite vivir". (Hechos 28, 4)

  • Ellos estaban esperando que se le hinchara la mano y cayese muerto de repente; pero después de un largo rato sin que le pasara nada, cambiaron de parecer y decían que era un dios. (Hechos 28, 6)

  • Queridos míos, no os toméis la justicia por vuestra mano; dejad que sea Dios el que castigue, como dice la Escritura: Yo haré justicia, yo daré a cada cual su merecido. (Romanos 12, 19)

  • Aunque el pie diga: "Como no soy mano, no soy del cuerpo", no por eso deja de ser del cuerpo. (I Corintios 12, 15)


“Não se desencoraje se você precisa trabalhar muito para colher pouco. Se você pensasse em quanto uma só alma custou a Jesus, você nunca reclamaria!” São Padre Pio de Pietrelcina