Löydetty 13 Tulokset: triunfo

  • ¡Dichoso tú, Israel! ¿Quién como tú, pueblo vencedor? Dios es el escudo que te protege, la espada en marcha que te conduce al triunfo. Te adularán tus enemigos para corromperte, pero tú aplastarás su orgullo". (Deuteronomio 33, 29)

  • Los jefes de los filisteos se reunieron para ofrecer un gran sacrificio a Dagón, su dios, y celebrar su triunfo; y decían: "Nuestro dios ha puesto en nuestras manos a Sansón, nuestro enemigo". (Jueces 16, 23)

  • Así triunfó David del filisteo y le mató; no había espada en manos de David. (I Samuel 17, 50)

  • El mensajero que había ido a llamar a Miqueas le dijo: "Mira que los profetas, todos a una, profetizan éxito al rey: haz tú como ellos, y profetiza el triunfo". (I Reyes 22, 13)

  • El mensajero que había ido a llamar a Miqueas le dijo: "Mira que los profetas, todos a una, profetizan éxito al rey; haz tú como ellos y profetiza triunfo". (II Crónicas 18, 12)

  • Para los judíos había nacido un día de luz, de alegría, de gloria y de triunfo. (Ester 8, 16)

  • Levántate, Señor, con tu poder; nosotros cantamos, celebramos tu triunfo. (Salmos 21, 14)

  • Danos la victoria, dánosla, Señor; danos el triunfo, dánoslo, Señor. (Salmos 118, 25)

  • Después, mientras celebraban el triunfo por la victoria en Jerusalén, quemaron vivos a los que, con Calístenes, habían incendiado las puertas del templo, los cuales se habían escondido en una casita. Así le dieron el pago merecido por su impiedad. (II Macabeos 8, 33)

  • Presente, la imitan; ausente, suspiran por ella; en la eternidad, coronada, celebrará su triunfo, por haber vencido sin tacha en los combates. (Sabiduría 4, 2)

  • Y ahora, ¿qué hago yo aquí? -dice el Señor-. Mi pueblo ha sido hecho esclavo sin motivo; sus dominadores lanzan gritos de triunfo -dice el Señor- y sin cesar, todos los días, es blasfemado mi nombre. (Isaías 52, 5)

  • El Señor omnipotente ha jurado por sí mismo: Yo te inundaré de hombres como de langostas, y levantarán sobre ti el grito de triunfo. (Jeremías 51, 14)


“Para consolar uma alma na sua dor, mostre-lhe todo o bem que ela ainda pode fazer.” São Padre Pio de Pietrelcina