Lucas, 18

La Biblia de Jerusalén

1 Les decía una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer.

2 «Había un juez en una ciudad, que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres.

3 Había en aquella ciudad una viuda que, acudiendo a él, le dijo: "¡Hazme justicia contra mi adversario!"

4 Durante mucho tiempo no quiso, pero después se dijo a sí mismo: "Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres,

5 como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que no venga continuamente a importunarme."»

6 Dijo, pues, el Señor: «Oíd lo que dice el juez injusto;

7 y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y les hace esperar?

8 Os digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?»

9 Dijo también a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, esta parábola:

10 «Dos hombres subieron al templo a orar; uno fariseo, otro publicano.

11 El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: "¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano.

12 Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias."

13 En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!"

14 Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.»

15 Le presentaban también los niños pequeños para que los tocara, y al verlo los discípulos, les reñían.

16 Mas Jesús llamó a los niños, diciendo: «Dejad que los niños vengan a mí y no se lo impidáis; porque de los que son como éstos es el Reino de Dios.

17 Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él.»

18 Uno de los principales le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?»

19 Le dijo Jesús: «¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios.

20 Ya sabes los mandamientos: No cometas adulterio, no mates, no robes, no levantes falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre.»

21 El dijo: «Todo eso lo he guardado desde mi juventud.»

22 Oyendo esto Jesús, le dijo: «Aún te falta una cosa. Todo cuanto tienes véndelo y repártelo entre los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego, ven y sígueme.»

23 Al oír esto, se puso muy triste, porque era muy rico.

24 Viéndole Jesús, dijo: «¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios!

25 Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el Reino de Dios.»

26 Los que lo oyeron, dijeron: «¿Y quién se podrá salvar?»

27 Respondió: «Lo imposible para los hombres, es posible para Dios.»

28 Dijo entonces Pedro: «Ya lo ves, nosotros hemos dejado nuestras cosas y te hemos seguido.»

29 El les dijo: «Yo os aseguro que nadie que haya dejado casa, mujer, hermanos, padres o hijos por el Reino de Dios,

30 quedará sin recibir mucho más al presente y, en el mundo venidero, vida eterna.»

31 Tomando consigo a los Doce, les dijo: «Mirad que subimos a Jerusalén, y se cumplirá todo lo que los profetas escribieron para el Hijo del hombre;

32 pues será entregado a los gentiles, y será objeto de burlas, insultado y escupido;

33 y después de azotarle le matarán, y al tercer día resucitará.»

34 Ellos nada de esto comprendieron; estas palabras les quedaban ocultas y no entendían lo que decía.

35 Sucedió que, al acercarse él a Jericó, estaba un ciego sentado junto al camino pidiendo limosna;

36 al oír que pasaba gente, preguntó qué era aquello.

37 Le informaron que pasaba Jesús el Nazoreo

38 y empezó a gritar, diciendo: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!»

39 Los que iban delante le increpaban para que se callara, pero él gritaba mucho más: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!»

40 Jesús se detuvo, y mandó que se lo trajeran y, cuando se hubo acercado, le preguntó:

41 «¿Qué quieres que te haga?» El dijo: «¡Señor, que vea!»

42 Jesús le dijo: «Ve. Tu fe te ha salvado.»

43 Y al instante recobró la vista, y le seguía glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al verlo, alabó a Dios.




Versículos relacionados com Lucas, 18:

San Lucas 18 presenta algunas de las parábolas más conocidas de Jesús, como la del fariseo y el publicano, el del juez injusto y el del hombre rico. El capítulo también aborda la importancia de la fe y la humildad en la vida cristiana, además de enfatizar la necesidad de abandonar las riquezas y seguir a Jesús. A continuación hay cinco versos relacionados con estos temas:

Santiago 4:10: "Te humillan ante el Señor, y él te exaltará". La parábola del fariseo y el publicano en Lucas 18:9-14 destaca la importancia de la humildad ante Dios. Este verso de James refuerza esta idea, enfatizando que aquellos que se humillan ante Dios serán exaltados por él.

Hebreos 11:6: "Ahora, sin fe es imposible complacerlo, porque es necesario que el que se acerca a Dios cree que existe y es un gratificante de quienes lo buscan". La fe es otro tema importante en San Lucas 18, particularmente en la parábola de la viuda persistente en Lucas 18:1-8. Este verso de Hebreos 11:6 destaca la importancia de la fe en la vida cristiana, afirmando que es imposible complacer a Dios sin ella.

1 Timoteo 6:10: "Porque el amor por el dinero es la raíz de todo tipo de males; y en esta codicia, algunos se han desviado de la fe y se han perforado con muchos dolores". La parábola de los jóvenes ricos en Lucas 18:18-23 enfatiza la necesidad de abandonar las riquezas y seguir a Jesús. Este verso de 1 Timoteo 6:10 señala que el amor por el dinero puede conducir a la eliminación de la fe y muchos dolores.

Mateo 6:24: "Nadie puede servir a dos caballeros; porque él odiará a uno y amará al otro, o se dedicará a uno y despreciará al otro. No puedes servir a Dios y a las riquezas". La parábola del joven rico también aborda el conflicto entre servir a Dios y servir riquezas. Este verso de Mateo 6:24 enfatiza que es imposible servir a ambos al mismo tiempo.

Santiago 1:27: "Lo puro y sin la religión de la mácula hacia nuestro Dios y el Padre es este: visitar a los huérfanos y las viudas en sus tribulaciones y estar exentos de la corrupción del mundo". La parábola del fariseo y el publicano destaca la importancia de la humildad y la justicia, y este versículo de Santiago 1:27 enfatiza que parte de nuestra responsabilidad como cristianos es cuidar a los desfavorecidos y mantenerse puro ante Dios.



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