Ezequiel, 37
10. Profeticé como el Señor me había ordenado, y el espíritu entró en aquellos huesos, que se reanimaron y se pusieron en pie. Era una cantidad inmensa.
10. Profeticé como el Señor me había ordenado, y el espíritu entró en aquellos huesos, que se reanimaron y se pusieron en pie. Era una cantidad inmensa.
“Quando a videira se separa da estaca que a sustenta, cai, e ao ficar na terra apodrece com todos os cachos que possui. Alerta, portanto, o demônio não dorme!” São Padre Pio de Pietrelcina