Trouvé 29 Résultats pour: Amós
Pues se han marchitado los campos de Jesebón y la viña de Sibma, cuyos racimos arrancaron los amos de las naciones. Ella llegaba hasta Yazer y se perdía en el desierto; sus sarmientos se extendían hasta más allá del mar. (Isaías 16, 8)
Entonces Yavé habló por medio de Isaías, hijo de Amós. Le había dicho: «Te colgarás este saco de la cintura y te sacarás las sandalias de tus pies.» Isaías lo hizo así y andaba sin ropa y descalzo. (Isaías 20, 2)
En seguida mandó al superintendente del palacio, Eliaquim, al secretario Sobná y a los sacerdotes ancianos, vestidos de sacos, a ver al profeta Isaías, hijo de Amós, (Isaías 37, 2)
En aquellos días Ezequías cayó enfermo de muerte. El profeta Isaías, hijo de Amós, vino a decirle de parte de Yavé: «Esto te dice Yavé: Pon en orden las cosas de tu familia, porque vas a morir y no sanarás.» (Isaías 38, 1)
Palabras de Amós, uno de los intendentes de los pastores de Tecoa. Estas son las revelaciones que tuvo acerca de Israel, en tiempo de Ozías, rey de Judá; y en tiempos de Jeroboam, hijo de Joás, rey de Israel, dos años antes del terremoto. (Amós 1, 1)
Entonces Amasías, sacerdote de Betel, le mandó este recado a Jeroboam, rey de Israel: «Amós está conspirando contra ti en pleno centro de Israel. No hay que permitirle que siga hablando, (Amós 7, 10)
Luego Amasías fue a decirle a Amós: «Sal de aquí, visionario; vete a Judá, gánate allá la vida dándotelas de profeta, (Amós 7, 12)
Amós le replicó: «Yo no soy profeta ni uno de los hermanos profetas; soy cuidador de rebaños y trato los sicómoros. (Amós 7, 14)
y me dijo: «¡Qué ves, Amos?» Yo respondí: «Una canasta de frutas maduras.» Yavé me dijo: «También está maduro mi pueblo de Israel, el fin ha llegado; ya no le perdonaré más. (Amós 8, 2)
La mujer contestó: «Es verdad, Señor, pero también los perritos comen las migajas que caen de la mesa de sus amos.» (Evangelio según San Mateo 15, 27)
hijo de Matatías, hijo de Amós, hijo de Nahúm, hijo de Eslí, hijo de Nagai, (Evangelio según San Lucas 3, 25)
Mientras íbamos un día al lugar de oración, salió a nuestro encuentro una muchacha esclava que estaba poseída por un espíritu adivino. Adivinando la suerte producía mucha plata a sus amos. (Hecho de los Apóstoles 16, 16)