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Pero Eliseo tomó los bueyes y los sacrificó. Asó su carne con la madera del arado y la repartió a su gente para que comiera. Después partió en seguimiento de Elías y entró a su servicio. (1 Reyes 19, 21)
Le replicó Eliseo: «¿No te acompañaba mi espíritu cuando un hombre saltó de su carro para venir a tu encuentro? Ahora bien, tú has recibido plata y puedes comprar olivares, viñas, ovejas, bueyes, siervos y siervas. (2 Reyes 5, 26)
El rey desmontó los paneles de las bases, quitó de encima de ellos el lavatorio, hizo bajar la gran pileta de bronce de encima de los bueyes que la sostenían y la colocó sobre un pavimento enlosado. (2 Reyes 16, 17)
Además, de los pueblos vecinos e incluso de Isacar, Zabulón y Neftalí, traían comida, en burros, camellos, mulos y bueyes; provisiones de harina, tortas de higo y pasas, vino, aceite, ganado mayor y menor en abundancia, pues reinaba la alegría en Israel. (1 Crónicas 12, 41)
Al llegar a la era de Quidom, Uzzá extendió su mano para sostener el Arca, porque los bueyes amenazaban volcarla. (1 Crónicas 13, 9)
Ornán respondió a David: «Tómalo; que mi señor, el rey, haga lo que mejor le parezca; doy también los bueyes para los holocaustos, los trillos para la leña y el trigo para la ofrenda; todo lo doy.» (1 Crónicas 21, 23)
Se apoyaba sobre doce bueyes; tres mirando al norte, tres mirando al oeste, tres mirando al sur, y tres mirando al este. El mar estaba sobre ellos, quedando sus partes traseras hacia el interior. (2 Crónicas 4, 4)
el mar con los doce bueyes debajo de él, las ollas, las paletas y las tazas. (2 Crónicas 4, 15)
El rey Salomón, con toda la comunidad de Israel que se había reunido en torno a él, ante el Arca, sacrificaron ovejas y bueyes sin número; no se pudo contar la muchedumbre de las víctimas. (2 Crónicas 5, 6)
El rey Salomón ofreció en sacrificio veintidós mil bueyes y ciento veinte mil ovejas. Ese día el rey y todo el pueblo inauguraron la Casa de Dios. (2 Crónicas 7, 5)
Aquel día ofrecieron a Yavé víctimas consumidas por el fuego, tomando para esto setecientos bueyes y siete mil ovejas del botín que habían recogido. (2 Crónicas 15, 11)
y al cabo de algunos años, bajó a visitarlo a Samaria. Ajab sacrificó gran número de ovejas y bueyes para él y para la gente que lo acompañaba; luego le persuadió que lo acompañara para ir contra Ramot de Galaad. (2 Crónicas 18, 2)