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  • torcerá por el sur hacia la Subida de los Escorpiones, pasará por Zin, pasando al sur de Cadés-Barné. Luego irá hacia JasarAdar pasando por Asemona. (Números 34, 4)

  • Desde el Horeb hasta Cadés Barné, habían corrido once días de camino por los montes de Seir. (Deuteronomio 1, 2)

  • Al fin, habiendo partido del Horeb, enfrentamos aquel enorme y temible desierto que vieron, camino de la montaña del amorreo, como Yavé nos lo mandaba, y llegamos a Cadés Barné. (Deuteronomio 1, 19)

  • Ustedes entonces se establecieron por largos años en Cadés; ustedes saben cuánto tiempo estuvimos allá. (Deuteronomio 1, 46)

  • Pasamos, pues, el torrente de Zared. El tiempo que estuvimos caminando desde Cadés Barné hasta el paso del torrente fue de treinta y ocho años, hasta que hubo desaparecido del pueblo toda la generación de los hombres aptos para la guerra, como les había dicho Yavé. (Deuteronomio 2, 14)

  • Y cuando Yavé les mandó que salieran de Cadés-Barné, diciendo: «Suban a tomar posesión de la tierra que les di», ustedes se rebelaron otra vez contra las órdenes de Yavé, su Dios; no creyeron a Yavé ni le hicieron caso. (Deuteronomio 9, 23)

  • «Yavé ha salido del Sinaí; para ellos se ha levantado sobre el horizonte de Seir; resplandeció desde el monte Parán; para ellos llegó a Meriba de Cadés acompañado de sus ángeles. (Deuteronomio 33, 2)

  • Josué los derrotó desde Cadés-Barné hasta Gaza y desde Gosén hasta Gabaón. (Josué 10, 41)

  • Rey de Cadés; rey de Jocneam del Carmelo. (Josué 12, 22)

  • «Tú sabes lo que Yavé le dijo a Moisés, hombre de Dios, a mi respecto en Cadés-Barné. Yo tenía cuarenta años cuando Moisés me envió desde Cadés-Barné a explorar la tierra, y yo le informé sinceramente. (Josué 14, 7)

  • desde la lengua que miraba al sur; después seguía hacia la subida de Acrabina y pasaba por Zin, subía al sur de Cadés-Barné, pasaba por Esrom, subía a Adar y daba la vuelta hacia Carcaa. (Josué 15, 3)

  • Cadés, Asor, Jetnan, (Josué 15, 23)


“Subamos sem nos cansarmos, sob a celeste vista do Salvador. Distanciemo-nos das afeições terrenas. Despojemo-nos do homem velho e vistamo-nos do homem novo. Aspiremos à felicidade que nos está reservada.” São Padre Pio de Pietrelcina