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Levanten los ojos al cielo y miren después al suelo. Miren que los cielos se derriten y se hacen humo y la tierra se deshace como la ropa mientras sus habitantes mueren como moscas. Pero mi salvación durará para siempre y mi justicia nunca se acabará. (Isaías 51, 6)
Para Sión, en cambio, y para todos los habitantes de Jacob que hayan vuelto de sus pecados, vendrá como Redentor. (Isaías 59, 20)
El más chico de tus habitantes se multiplicará en mil y el más insignificante se convertirá en una gran nación.Yo, Yavé, lo haré en un momento, cuando sea la hora. (Isaías 60, 22)
Yavé me dijo: «Del norte se viene derramando el desastre, y alcanzará a todos los habitantes de este país. (Jeremías 1, 14)
Ya no preguntan: ¿Dónde está Yavé, que nos hizo salir de Egipto y nos llevó a través del desierto, tierra de estepas y barrancas, tierra árida y tenebrosa, tierra sin habitantes y por donde no transita nadie? (Jeremías 2, 6)
¡Oh habitantes de Judá y de Jerusalén, circuncídense por Yavé y purifiquen sus corazones, no sea que mi ira se propague como el fuego y arda, sin que nadie pueda apagarla, a causa de sus malas acciones!» (Jeremías 4, 4)
El león, que devora las naciones, se ha levantado de su madriguera y se ha puesto en marcha, abandonando su morada, para dejar tu tierra como un desierto, tus ciudades destruidas y sin habitantes. (Jeremías 4, 7)
Al ruido de la caballería y de los arqueros todo el mundo ha huido, escondiéndose en los bosques o trepando por las rocas. Los habitantes dejan sus ciudades, sin que nadie quede en ellas. (Jeremías 4, 29)
Sus casas pasarán a otros, junto con sus campos y sus mujeres, cuando yo extienda mi mano sobre los habitantes de esta tierra, dice Yavé. (Jeremías 6, 12)
En ese tiempo, dice Yavé, sacarán de sus tumbas los huesos de los reyes de Judá; los de los príncipes, los de los sacerdotes, los de los profetas y los de los habitantes de Jerusalén. (Jeremías 8, 1)
Desde Dan se siente el resuello de sus caballos; al relincho sonoro de sus corceles, toda la tierra tiembla. Vienen a comerse el país y sus bienes, la ciudad y sus habitantes.» (Jeremías 8, 16)
Pues así habla Yavé: «Voy a lanzar muy lejos a los habitantes del país y los haré perseguir de manera que los alcancen.» (Jeremías 10, 18)