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  • Dios, de quien procede toda gracia, los ha llamado en Cristo para que compartan su gloria eterna, y ahora deja que sufran por un tiempo con el fin de amoldarlos, afirmarlos, hacerlos fuertes y ponerlos en su lugar definitivo. (1º Carta de Pedro 5, 10)

  • He recurrido a Silvano, nuestro hermano, para escribirles estas breves líneas, pues lo considero digno de toda confianza. Quise animarlos y recalcar que esto es gracia de Dios: estén firmes. (1º Carta de Pedro 5, 12)

  • Los saluda la comunidad que Dios ha congregado en Babilonia; también los saluda mi hijo Marcos. (1º Carta de Pedro 5, 13)

  • Por lo tanto, hermanos, esfuércense por confirmar el llamado de Dios que los ha elegido. Si obran así, no decaerán, (2º Carta de Pedro 1, 10)

  • Abandonaron el camino recto y tomaron el camino de Balaán, hijo de Bosor, al que le gustaba ganar dinero haciendo el mal. (2º Carta de Pedro 2, 15)

  • Llegará el día del Señor como hace un ladrón, y entonces los cielos se desarmarán entre un ruido ensordecedor, los elementos se derretirán por el calor y la tierra con todo lo que hay en ella se consumirá. (2º Carta de Pedro 3, 10)

  • mientras esperan y ansían la venida del día de Dios, en la que los cielos se desarmarán en el fuego y los elementos se derretirán por el calor. (2º Carta de Pedro 3, 12)

  • olas embravecidas del mar que arrojan la espuma de sus vicios; estrellas errantes a las que esperan las tinieblas eternas. (2º Carta de Pedro 3, 13)

  • Debemos amarnos unos a otros, pues este es el mensaje que ustedes han oído desde el comienzo. (1º Carta de Juan 3, 11)

  • Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos mutuamente. (1º Carta de Juan 4, 11)

  • Si uno dice «Yo amo a Dios» y odia a su hermano, es un mentiroso. Si no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve. (1º Carta de Juan 4, 20)

  • Amar a Dios es guardar sus mandatos, y sus mandatos no son pesados. (1º Carta de Juan 5, 3)


“Não queremos aceitar o fato de que o sofrimento é necessário para nossa alma e de que a cruz deve ser o nosso pão cotidiano. Assim como o corpo precisa ser nutrido, também a alma precisa da cruz, dia a dia, para purificá-la e desapegá-la das coisas terrenas. Não queremos entender que Deus não quer e não pode salvar-nos nem santificar-nos sem a cruz. Quanto mais Ele chama uma alma a Si, mais a santifica por meio da cruz.” São Padre Pio de Pietrelcina