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Pero si tienes reveses, se volverán contra ti y evitarán encontrar tu mirada. (Sirácides (Eclesiástico) 6, 12)
No fijes tu mirada en una jovencita: podrías condenarte con ella. (Sirácides (Eclesiástico) 9, 5)
Su mirada se posa en los que le temen; conoce todas las acciones de los hombres. (Sirácides (Eclesiástico) 15, 19)
El comportamiento del hombre está siempre ante sus ojos, no pueden escapar a su mirada. (Sirácides (Eclesiástico) 17, 15)
Señor, Padre y Dios de mi vida, no permitas que mi mirada sea altanera, (Sirácides (Eclesiástico) 23, 4)
¡Sólo teme la mirada de los hombres, olvidándose de los ojos del Señor que son mil veces más luminosos que el sol, que observan todas nuestras acciones y que penetran hasta en los lugares más secretos! (Sirácides (Eclesiástico) 23, 19)
Una mujer sin pudor se reconoce en sus ojos, en su mirada descarada. (Sirácides (Eclesiástico) 26, 9)
La mirada del Señor está puesta sobre los que lo aman, es una poderosa protección, un apoyo resistente, un refugio contra el viento ardiente y el sol del mediodía, un sostén contra las caídas, una ayuda en el momento de caer. (Sirácides (Eclesiástico) 34, 16)
Ante él están las obras de cada uno, y nada escapa a su mirada. (Sirácides (Eclesiástico) 39, 19)
Su mirada se extiende desde el comienzo al fin de los tiempos, y nada puede sorprenderle. (Sirácides (Eclesiástico) 39, 20)
No detengas tu mirada en una belleza humana ni te pongas a conversar con mujeres. (Sirácides (Eclesiástico) 42, 12)
Dice Yavé: «Muy orgullosas andan las damas de Sión, con el cuello estirado y la mirada provocativa, y caminan a pasitos cortos haciendo sonar las pulseras de sus pies.» (Isaías 3, 16)