Trouvé 38 Résultats pour: Natán

  • Estos son los nombres de los que tuvo en Jerusalén: Samúa, Sobad, Natán, Salomón, (1 Crónicas 14, 4)

  • Cuando David ya estuvo en su casa, dijo al profeta Natán: «Mira que yo vivo en una casa de madera de cedro mientras el Arca de la Alianza de Yavé está bajo pieles.» (1 Crónicas 17, 1)

  • Le respondió Natán: «Haz todo cuanto te inspira tu corazón, porque Dios está contigo.» (1 Crónicas 17, 2)

  • Aquella misma noche Yavé habló a Natán, para decirle: «Ve y transmite este recado a mi siervo David: (1 Crónicas 17, 3)

  • Y Natán habló a David conforme a todas estas palabras y conforme a esta visión. (1 Crónicas 17, 15)

  • Los hechos del rey David, desde los primeros a los últimos, están escritos en el libro de la historia del vidente Samuel, en el libro del profeta Natán y en el del vidente Gad, (1 Crónicas 29, 29)

  • El resto de los hechos de Salomón, del comienzo al fin, ¿no están escritos en la historia del profeta Natán, en la profecía de Ajías el silonita, y en las visiones de Idó, el profeta, sobre Jeroboam, hijo de Nabat? (2 Crónicas 9, 29)

  • Luego apostó en la Casa de Yavé a los levitas con címbalos, salterios y cítaras, según las disposiciones de David, de Gad, vidente del rey, y de Natán, profeta, pues Yavé da sus mandamientos por medio de sus profetas. (2 Crónicas 29, 25)

  • Entonces llamé a los jefes Eliecer, Ariel, Semaías, Yarib, Elnatán, Natán, Zacarías y Mesulam, los jefes, y a los instructores Yoyarib y Elnatán. (Esdras 8, 16)

  • Selemías, Natán y Adaías; (Esdras 10, 39)

  • Tobit exclamó: «Que te conserves sano y salvo, hermano. No te enojes porque he querido conocer la verdad acerca de tu familia. Eres de nuestra parentela, de clase buena y honrada. Conozco a Ananías y a Natán, hijos de Semeías, el grande. Ibamos a Jerusalén y rezábamos juntos allí; ellos nunca cayeron en el error cuando se desviaron sus hermanos; tus hermanos son buenos, tu raza es noble. ¡Bien venido seas!» (Tobías 5, 14)

  • Después apareció Natán que profetizó en tiempos de David. (Sirácides (Eclesiástico) 47, 1)


A humildade e a caridade são as “cordas mestras”. Todas as outras virtudes dependem delas. Uma é a mais baixa; a outra é a mais alta. ( P.e Pio ) São Padre Pio de Pietrelcina