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  • Por eso se dice: «Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos y la luz de Cristo brillará sobre ti.» (Carta a los Efesios 5, 14)

  • Por eso pienso enviárselo apenas vea claros mis problemas. (Carta a los Filipenses 2, 23)

  • Es cierto que estuvo enfermo y a las puertas de la muerte, pero Dios tuvo piedad de él y también de mí, ahorrándome penas sobre penas. (Carta a los Filipenses 2, 27)

  • La perdición los espera; su Dios es el vientre, y se sienten muy orgullosos de cosas que deberían avergonzarlos. No piensan más que en las cosas de la tierra. (Carta a los Filipenses 3, 19)

  • Piensen que en él permanece toda la plenitud de Dios en forma corporal. (Carta a los Colosenses 2, 9)

  • Piensen que es algo grande tener estabilidad, hacerse cargo de las propias necesidades y trabajar con las propias manos, como se lo hemos mandado. (1º Carta a los Tesalonicenses 4, 11)

  • Entonces no durmamos como los demás, sino permanezcamos sobrios y despiertos. (1º Carta a los Tesalonicenses 5, 6)

  • Nosotros, en cambio, por ser del día, permanezcamos despiertos; revistámonos de la fe y del amor como de una coraza, y sea nuestro casco la esperanza de la salvación. (1º Carta a los Tesalonicenses 5, 8)

  • El murió por nosotros, para que, sea que nos halle despiertos o descansando, entremos junto con él en la vida. (1º Carta a los Tesalonicenses 5, 10)

  • Al darte estas recomendaciones, Timoteo, hijo mío, pienso en las profecías que fueron pronunciadas sobre ti; que ellas te guíen en el buen combate que debes realizar. (1º Carta a Timoteo 1, 18)

  • por los jefes de estado y todos los gobernantes, para que podamos llevar una vida tranquila y en paz, con toda piedad y dignidad. (1º Carta a Timoteo 2, 2)

  • Rechaza las leyendas vergonzosas, verdaderos cuentos de viejas, y dedícate a la piedad como a tu deporte. (1º Carta a Timoteo 4, 7)


“Menosprezai vossas tentações e não vos demoreis nelas. Imaginai estar na presença de Jesus. O crucificado se lança em vossos braços e mora no vosso coração. Beijai-Lhe a chaga do lado, dizendo: ‘Aqui está minha esperança; a fonte viva da minha felicidade. Seguro-vos, ó Jesus, e não me aparto de vós, até que me tenhais posto a salvo’”. São Padre Pio de Pietrelcina