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  • Yo, tu servidor, me hice responsable por el joven ante mi padre y le dije: «Si no te lo traigo de vuelta, seré culpable ante mi padre para siempre.» (Génesis 44, 32)

  • Te ruego, pues, que yo quede en lugar del joven como esclavo de mi señor, para que así el muchacho suba con sus hermanos. (Génesis 44, 33)

  • Yo no podría regresar a la casa de mi padre sin el joven; no quiero ver la aflicción de mi padre.» (Génesis 44, 34)

  • El les dijo: «Acérquense», y se acercaron. «Yo soy José, su hermano, el que ustedes vendieron a los egipcios. (Génesis 45, 4)

  • Pero no se apenen ni les pese por haberme vendido, porque Dios me ha enviado aquí delante de ustedes para salvarles la vida. (Génesis 45, 5)

  • Ven a mí sin demora. Vivirás en la región de Gosén y estarás cerca de mí, tú, tus hijos y tus nietos, con tus rebaños, tus animales y todo cuanto posees. (Génesis 45, 10)

  • Ahora ustedes ven, y su hermano Benjamín lo ve, que soy yo quien les está hablando. (Génesis 45, 12)

  • La noticia de que habían llegado los hermanos de José llegó hasta la casa de Faraón. Se decía: «Han venido los hermanos de José.» Esta noticia agradó a Faraón y también a sus oficiales. (Génesis 45, 16)

  • Tomen a su padre y a sus familias y vengan aquí. Yo les daré lo mejor del país de Egipto y comerán lo mejor de esta tierra. (Génesis 45, 18)

  • Lleven del país de Egipto carretas para sus niños y mujeres, y traigan a su padre. (Génesis 45, 19)

  • Hemos venido a vivir en este país porque ya no quedaban pastos para nuestros rebaños, debido a la gran sequía que asola el país de Canaán. Por eso te rogamos que nos permitas vivir en la tierra de Gosén.» (Génesis 47, 4)

  • Faraón, rey de Egipto supo que Jacob y sus hijos se habían presentado a José en Egipto. Entonces dijo a José: «Tu padre y tus hermanos han venido a ti. (Génesis 47, 5)


“Se quisermos colher é necessário não só semear, mas espalhar as sementes num bom campo. Quando as sementes se tornarem plantas, devemos cuidá-las para que as novas plantas não sejam sufocadas pelas ervas daninhas.” São Padre Pio de Pietrelcina