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Pasamos, pues, por el lado de nuestros hermanos, los hijos de Esaú que habitan en Seír. Dejamos el camino que lleva a la Arabá desde Elat y Asión Gaber y avanzamos por el camino del desierto de Moab. (Deuteronomio 2, 8)
'Quiero pasar por tu país, pero seguiré el camino sin desviarme ni a la derecha ni a la izquierda. (Deuteronomio 2, 27)
Dando una larga vuelta, tomamos el camino de Basán. Og, rey de Basán vino a nuestro encuentro con todo su pueblo y nos presentó batalla en Edreí. (Deuteronomio 3, 1)
sino que sigan en todo el camino que Yavé les ha marcado; así vivirán y tendrán éxito, y sus días se prolongarán en la tierra que pasará a ser suya. (Deuteronomio 5, 33)
Entonces fue cuando Yavé nos ordenó poner en práctica todos estos preceptos y temerle a él, nuestro Dios, pues por ese camino nos iría bien y él nos daría vida, como hoy es el caso. (Deuteronomio 6, 24)
El camino recto para nosotros consiste en guardar y practicar estos mandamientos como él lo ha ordenado . (Deuteronomio 6, 25)
Acuérdate del camino que Yavé, tu Dios, te hizo recorrer en el desierto por espacio de cuarenta años. Te hizo pasar necesidad para probarte y conocer lo que había en tu corazón, si ibas o no a guardar sus mandamientos. (Deuteronomio 8, 2)
Del mismo modo que Yavé destruyó las naciones que les cerraban el camino, así también perecerán ustedes si desobedecen a Yavé, su Dios. (Deuteronomio 8, 20)
Pero luego me dijo: «Vete, baja a toda prisa porque tu pueblo que tú sacaste de Egipto se ha corrompido; han abandonado bien pronto el camino que yo les enseñé y se han hecho un ídolo de metal.» (Deuteronomio 9, 12)
y vi que habían pecado contra Yavé, su Dios, y que se habían hecho un ternero de metal. Muy rápido se habían desviado del camino que Yavé les había enseñado. (Deuteronomio 9, 16)
maldición, si desobedecen dichos mandamientos y se desvían del camino que yo ahora les muestro, para seguir a dioses extraños que no son suyos. (Deuteronomio 11, 28)
(Estos montes están al otro lado del Jordán, detrás del camino del oeste, en el país de los cananeos que habitan en la Arabá, frente a Guilgal, cerca de la encina de Moré.) (Deuteronomio 11, 30)