Trouvé 20 Résultats pour: lucha de jacó

  • Y Raquel dijo: «Tuve una lucha tremenda con mi hermana y he vencido.» Por eso lo llamó Neftalí. (Génesis 30, 8)

  • ¡Quién pusiera este pueblo en mis manos! Yo echaría a Abimelec y le diría: Refuerza tu ejército y sal a la lucha.» (Jueces 9, 29)

  • A la mañana siguiente Saúl dispuso a su gente en tres columnas, que penetraron en el campamento antes que amaneciera. Hubo lucha hasta el mediodía. Los amonitas fueron derrotados y los que pudieron escaparon cada uno por su cuenta. (1 Samuel 11, 11)

  • Pero los jefes de los filisteos se enojaron con él y le dijeron: «Despide a ese hombre y que regrese al lugar que le señalaste. Que no vaya al combate con nosotros, no sea que durante la lucha se vuelva en contra nuestra. Pues ¿qué mejor ocasión que ésta para que él recupere la amistad de su amo, presentándole las cabezas de nuestros hombres? (1 Samuel 29, 4)

  • Pero la lucha era muy violenta aquel día, y el rey de Israel fue sostenido en pie en su carro, frente a los arameos. La sangre de su herida corría por el fondo del carro y en la tarde murió. (1 Reyes 22, 35)

  • «¡No tememos a los hijos de Israel! Es un pueblo sin fuerza que no está preparado para una lucha dura. (Judit 5, 23)

  • Si colocas tu mano sobre él, ¡mira qué lucha!, no volverás a comenzar. (Job 40, 32)

  • Es mejor morir en la lucha que vivir para mirar las desgracias de nuestra nación y del Lugar Santo. En todo hágase la voluntad del Cielo.» (1 Macabeos 3, 59)

  • Cuando, además, vieron en la llanura al ejército de Judá dispuesto para la lucha, (1 Macabeos 4, 21)

  • La lucha se encarnizó y cayeron muchos de uno y otro bando. (1 Macabeos 9, 17)

  • Los dos reyes comenzaron la lucha y el ejército de Demetrio emprendió la fuga. Alejandro lo persiguió hasta derrotarlo. (1 Macabeos 10, 49)

  • Simón le mandó dos mil hombres escogidos para ayudarlo en la lucha, además de plata, oro y abundante material. (1 Macabeos 15, 26)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina