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A la vuelta de un año, subió contra Joás el ejército de los arameos, que invadieron Judá y Jerusalén, mataron de entre la población a todos los jefes del pueblo, y mandaron todo el botín al rey de Damasco, (2 Crónicas 24, 23)
Después de que Amasías se apartó de Yavé, se conjuraron contra él en Jerusalén, por lo que huyó a Laquis; pero mandaron gente en su persecución hasta Laquis y allí lo mataron. (2 Crónicas 25, 27)
Después el rey Ezequías y los jefes mandaron a los levitas que alabaran a Yavé con las palabras de David y del vidente Asaf; y ellos cantaron alabanza con alegría, se pusieron de rodillas y se postraron. (2 Crónicas 29, 30)
Sambalat y Guesem me mandaron a decir: «Ven a conversar con nosotros en Quefirín, en la vega de Onó.» (Nehemías 6, 2)
Entonces mandaron a decir en todas las ciudades y en Jerusalén: «Vayan al cerro y traigan ramas de olivo, de pino, de mirto, de palmeras y de cualquier árbol con muchas hojas, para hacer cabañas de acuerdo a lo ordenado.» (Nehemías 8, 15)
Clamaron a su Dios, que castigó la tierra de Egipto con plagas incurables. Entonces los egipcios los mandaron lejos de ellos. (Judit 5, 12)
Por su parte, los edomitas y amonitas acamparon en la montaña frente a Dotán, y mandaron a algunos al sur y al este frente a Egrebel, que está al lado de Jus, sobre el torrente Mojmur. El resto del ejército asirio quedó en la llanura y cubría todo el país. Sus carpas y equipajes formaban un campamento inmenso porque era una enorme muchedumbre. (Judit 7, 18)
Luego despidió al pueblo, y cada uno se fue a su lugar. Fueron a las murallas y torres de la ciudad y mandaron a las mujeres y a los niños a sus casas. Pero en la ciudad había un gran abatimiento. (Judit 7, 32)
Judit adoró a Dios y les dijo: «Manden abrir la puerta de la ciudad para que yo salga a realizar lo que me acaban de decir.» Ellos mandaron a los jóvenes que abrieran la puerta, como ella lo había pedido. (Judit 10, 9)
Pero éstos se refugiaron en la fortaleza de Datema y mandaron cartas a Judas y a sus hermanos en las que decían: «Los paganos que nos rodean se han unido contra nosotros para aplastarnos (1 Macabeos 5, 10)
Entonces los de la fortaleza mandaron mensajeros a Trifón para que viniera pronto en su ayuda por el desierto y les trajera alimentos. (1 Macabeos 13, 21)
Al sumo sacerdote Simón le mandaron copias de estas cartas. (1 Macabeos 15, 24)