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  • Te has levantado contra mí, he oído hablar de tu orgullo. Por eso, yo pondré mi anillo en tus narices, mi freno en tu boca, y voy a devolverte por el camino por el que has venido.» (2 Reyes 19, 28)

  • «Vuelve y dile a Ezequías, jefe de mi pueblo: Esto dice Yavé, Dios de tu padre David: He oído tu súplica y he visto tus lágrimas; te doy la salud. En tres días más, subirás a la Casa de Yavé. (2 Reyes 20, 5)

  • ¡Oh Yavé! Nadie hay como tú, ni hay Dios fuera de ti, según todo lo que hemos oído con nuestros oídos. (1 Crónicas 17, 20)

  • Entonces Yavé se le apareció a Salomón por la noche y le dijo: «He oído tu oración y me he elegido este lugar como Casa en que me ofrezcan sacrificios. (2 Crónicas 7, 12)

  • La reina de Saba había oído la fama de Salomón, y vino a Jerusalén a probarlo por enigmas. Vino con muchos servidores y con camellos que traían aromas, gran cantidad de oro y piedras preciosas. Fue donde Salomón y conversó con él sobre todas sus inquietudes. (2 Crónicas 9, 1)

  • Y al rey de Judá que los ha enviado para consultar a Yavé, le dirán: Así dice Yavé, Dios de Israel, acerca de las palabras que has oído. (2 Crónicas 34, 26)

  • Tu corazón se ha conmovido y te has humillado delante de Dios al oír mis palabras contra este lugar y sus habitantes; te has humillado ante mí, has rasgado tus vestidos y has llorado ante mí; por eso yo, a mi vez, he oído, palabra de Yavé. (2 Crónicas 34, 27)

  • Cuando hubieron oído esta Ley, apartaron de Israel a todo hombre de sangre mestiza. (Nehemías 13, 3)

  • «Hermano Azarías, he oído decir que esta joven ya ha sido dada a siete maridos y que todos han muerto la noche de bodas. También he oído decir que un demonio los mataba. Por eso tengo miedo, pues a ella no le hace nada, porque la quiere, pero sí mata al que intenta acercársele. Soy hijo único y, si muero, el dolor lTobará a la tumba a mis padres.» (Tobías 6, 14)

  • Nosotros hemos oído hablar de tu sabiduría y de la prudencia de tu espíritu y toda la tierra sabe que tú eres el más hábil de todo el reino, de profundos conocimientos y muy entendido para la guerra. (Judit 11, 8)

  • Y como día a día ellos le repetían lo mismo y él continuaba sin hacerles caso, se lo dijeron a Amán. Este quiso ver personalmente si Mardoqueo persistía en su negativa, pues había oído decir que era judío. (Ester 3, 4)

  • «¡He oído muchas cosas como éstas!, ¡pesados consoladores son todos ustedes! (Job 16, 2)


“Se precisamos ter paciência para suportar os defeitos dos outros, quanto mais ainda precisamos para tolerar nossos próprios defeitos!” São Padre Pio de Pietrelcina