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  • El rey fue víctima de una plaga de Yavé, pues enfermó de lepra, y quedó leproso hasta el día de su muerte. Vivió en una casa aislada, mientras Jotam, su hijo, estaba al frente de la casa del rey y administraba justicia al reino. (2 Reyes 15, 5)

  • Selum, hijo de Jabés, conspiró contra él, lo hirió en Jibleam, lo mató y reinó en su lugar. (2 Reyes 15, 10)

  • Selum, hijo de Jabés, comenzó a reinar el año treinta y nueve de Ozías, rey de Judá, y reinó un mes en Samaria. (2 Reyes 15, 13)

  • Luego Menajem, hijo de Gadí, se rebeló contra él en Tirsá, llegó a Samaria y dio muerte a Selum en esta ciudad. Habiendo muerto Selum, Menajem reinó en su lugar. (2 Reyes 15, 14)

  • Menajem, hijo de Gadí, comenzó a reinar en Israel en el año treinta y nueve de Azarías, rey de Judá. Reinó diez años en Samaria (2 Reyes 15, 17)

  • Pecajías, hijo de Menajem, comenzó a reinar sobre Israel, en Samaria, el año cincuenta de Azarías, rey de Judá. Reinó dos años, (2 Reyes 15, 23)

  • En el año cincuenta y dos de Azarías, rey de Judá, Pecaj, hijo de Romelías, comenzó a reinar sobre Israel, en su capital Samaria. Reinó veinte años (2 Reyes 15, 27)

  • Oseas, hijo de Elá, se conjuró contra Pecaj, hijo de Romelías, le dio muerte y reinó en su lugar. (2 Reyes 15, 30)

  • Jotam tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar y reinó dieciséis años en Jerusalén; su madre era Jerusa, hija de Sadoc. (2 Reyes 15, 33)

  • Tenía Ajaz veinte años cuando empezó a reinar y reinó durante dieciséis años en Jerusalén. No hizo lo que agradaba a Yavé, su Dios, como lo había hecho su padre David. (2 Reyes 16, 2)

  • Oseas, hijo de Elá, comenzó a reinar en Israel en el año doce de Ajaz, rey de Judá. Reinó durante nueve años en la ciudad de Samaria, (2 Reyes 17, 1)

  • Lo que es Israel, cuando se separó del reino de David y eligió por rey a Jeroboam, hijo de Nabat, éste apartó de Yavé a su pueblo y les hizo cometer un gran pecado. (2 Reyes 17, 21)


“Não queremos aceitar o fato de que o sofrimento é necessário para nossa alma e de que a cruz deve ser o nosso pão cotidiano. Assim como o corpo precisa ser nutrido, também a alma precisa da cruz, dia a dia, para purificá-la e desapegá-la das coisas terrenas. Não queremos entender que Deus não quer e não pode salvar-nos nem santificar-nos sem a cruz. Quanto mais Ele chama uma alma a Si, mais a santifica por meio da cruz.” São Padre Pio de Pietrelcina