Trouvé 1090 Résultats pour: Descendencia de David

  • A su regreso, después que David derrotó al filisteo, las mujeres de todas las ciudades de Israel salían a recibir al rey Saúl, cantando y bailando, al son jubiloso de tamboriles y triángulos. (I Samuel 18, 6)

  • Saúl se puso furioso y muy disgustado por todo aquello, pensó: "A David le atribuyen los diez mil, y a mí tan sólo los mil. ¡Ya no le falta más que la realeza!". (I Samuel 18, 8)

  • Y a partir de ese día, Saúl miró con malos ojos a David. (I Samuel 18, 9)

  • Al día siguiente, un mal espíritu que venía de Dios se apoderó de Saúl, y él se puso a delirar en medio de su casa. David tocaba su instrumento como los otros días, y Saúl tenía su lanza en la mano. (I Samuel 18, 10)

  • De pronto, Saúl empuñó la lanza, pensando: "Voy a clavar a David contra la pared". Pero David esquivó el golpe una y otra vez. (I Samuel 18, 11)

  • Entonces Saúl le tuvo miedo, porque el Señor estaba con David y, en cambio, se había retirado de él. (I Samuel 18, 12)

  • Por eso lo apartó de su lado, constituyéndolo jefe de un millar de hombres. Así David iba y venía al frente de las tropas. (I Samuel 18, 13)

  • pero todos en Israel y en Judá amaban a David, porque él iba y venía al frente de ellos. (I Samuel 18, 16)

  • Saúl dijo a David: "Ahí tienes a Merab, mi hija mayor; te la voy a dar por esposa, pero tendrás que servirme valerosamente y combatir en las guerras del Señor". En realidad, Saúl pensaba: "Que sean los filisteos, y no yo, los que pongan su mano sobre él". (I Samuel 18, 17)

  • Pero David respondió a Saúl: "¿Quién soy yo y quién es mi estirpe, el clan de mi padre en Israel, para que yo sea el yerno del rey?". (I Samuel 18, 18)

  • Y cuando llegó el momento en que David debía casarse con Merab, la hija de Saúl, se la dieron como esposa a Adriel de Mejolá. (I Samuel 18, 19)

  • Mientras tanto, Mical, la otra hija de Saúl, se había enamorado de David. Cuando se lo contaron a Saúl, este recibió con agrado la noticia, (I Samuel 18, 20)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina