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Los jóvenes arrastraron la piedra de moler, los niños se doblaron bajo el peso de la leña. (Lamentaciones 5, 13)
Yo me quité el vestido de fiesta, me puse ropa de suplicante y clamaré al Eterno mientras viva. (Baruc 4, 20)
Encima de la plataforma que estaba sobre sus cabezas, había algo así como una piedra de zafiro, con figura de trono; y encima de esa especie de trono, en lo más alto, una figura con aspecto de hombre. (Ezequiel 1, 26)
Arrojarán su plata por las calles y su oro se convertirá en basura: su plata y su oro no podrán salvarlos el día del furor del Señor. No saciarán su avidez, ni llenarán sus entrañas, porque el oro y la plata fueron la piedra de tropiezo que los hizo caer en la iniquidad. (Ezequiel 7, 19)
Yo miré, y sobre la plataforma que estaba encima de la cabeza de los querubines, había como una piedra de zafiro: por encima de ellos, se veía algo así como la figura de un trono. (Ezequiel 10, 1)
Yo les daré otro corazón y pondré dentro de ellos un espíritu nuevo: arrancaré de su cuerpo el corazón de piedra y les daré un corazón de carne, (Ezequiel 11, 19)
¿Acaso deseo yo la muerte del pecador -oráculo del Señor- y no que se convierta de su mala conducta y viva? (Ezequiel 18, 23)
No sucederá nada de lo que ustedes se imaginan cuando dicen: "Seremos como las demás naciones, como las tribus de los otros países, servidores de la madera y de la piedra". (Ezequiel 20, 32)
Tú diles, en cambio: "Juro por mi vida -oráculo del Señor- que yo no deseo la muerte del malvado, sino que se convierta de su mala conducta y viva. ¡Conviértanse, conviértanse de su conducta perversa! ¿Por qué quieren morir, casa de Israel?". (Ezequiel 33, 11)
Les daré un corazón nuevo y pondré en ustedes un espíritu nuevo: les arrancaré de su cuerpo el corazón de piedra y les daré un corazón de carne. (Ezequiel 36, 26)
Por eso, profetiza, hijo de hombre. Tú le dirás a Gog: Así habla el Señor: Aquel día, cuando mi pueblo Israel viva confiado, ¿no es cierto que tú te movilizarás? (Ezequiel 38, 14)
Además, había cuatro mesas para el holocausto, talladas en piedra, que tenían setenta y cinco centímetros de largo, setenta y cinco de ancho y cincuenta de alto. Sobre ellas se depositaban los instrumentos para inmolar las víctimas del holocausto y de los sacrificios. (Ezequiel 40, 42)