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Que sean confundidos todos los que hacen daño a tus servidores: que sean cubiertos de vergüenza, privados de todo dominio, y que su fuerza sea quebrantada. (Daniel 3, 44)
Los servidores del rey, que los habían arrojado en el horno, no cesaban de alimentar el fuego con betún, resina, estopa y sarmientos. (Daniel 3, 46)
Servidores del Señor, bendigan al Señor, ¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente! (Daniel 3, 85)
Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiente y, tomando la palabra, dijo: "Sadrac, Mesac y Abed Negó, servidores del Dios Altísimo, salgan y vengan". Y Sadrac, Mesac y Abed Negó salieron de en medio del fuego. (Daniel 3, 93)
Nabucodonosor tomó la palabra y dijo: "Bendito sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abed Negó, porque ha enviado a su Ángel y ha salvado a sus servidores, que confiaron en él y, quebrantando la orden del rey, entregaron su cuerpo antes que servir y adorar a cualquier otro dios que no fuera su Dios. (Daniel 3, 95)
No hemos escuchado a tus servidores los profetas, que hablaron en tu Nombre a nuestros reyes, a nuestros jefes, a nuestros padres y a todo el pueblo del país. (Daniel 9, 6)
Nosotros no hemos escuchado la voz del Señor, nuestro Dios, para seguir sus leyes, que él puso delante de nosotros por medio de sus servidores los profetas. (Daniel 9, 10)
y cuando los ancianos contaron su historia, los servidores quedaron desconcertados, porque jamás se había dicho nada semejante de Susana. (Daniel 13, 27)
Pero Daniel mandó a sus servidores que trajeran ceniza y la esparcieran por todo el suelo del templo, sin más testigos que el rey. Después salieron, cerraron la puerta, la sellaron con el anillo real y se fueron. (Daniel 14, 14)
¡Vístanse de duelo y laméntense, sacerdotes! ¡Giman, servidores del altar! ¡Vengan, pasen la noche vestidos de penitencia, ministros de mi Dios! Porque se ha privado a la Casa de su Dios de ofrenda y libación. (Joel 1, 13)
Porque el Señor no hace nada sin revelar su secreto a sus servidores los profetas. (Amós 3, 7)
Pero mis palabras y mis decretos, que yo había ordenado a mis servidores los profetas, ¿acaso no alcanzaron a sus padres? Por eso, ellos se convirtieron y dijeron: "El Señor de los ejércitos nos ha tratado según nuestros caminos y nuestras acciones, como había resuelto hacerlo". (Zacarías 1, 6)