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y dijo a Samuel: "Ve a acostarte, y si alguien te llama, tú dirás: Habla, Señor, porque tu servidor escucha". Y Samuel fue a acostarse en su sitio. (I Samuel 3, 9)
-Antiguamente, en Israel, cuando alguien iba a consultar a Dios, decía: "Acudamos al vidente". Porque antes se llamaba "vidente" al que hoy se llama "profeta"-. (I Samuel 9, 9)
En uno de los desfiladeros por los que Jonatán trataba de abrirse paso hasta la guarnición de los filisteos, hay dos grandes peñascos, uno a cada lado; el primero se llama Bosés y el otro Sené. (I Samuel 14, 4)
Que mi señor no le haga caso a ese miserable de Nabal, porque su nombre dice lo que él es: él se llama Nabal, que significa "insensato", y la insensatez lo acompaña. Pero yo, tu servidora, no había visto a los jóvenes que había enviado mi señor. (I Samuel 25, 25)
Absalón se había erigido en vida una piedra conmemorativa, que está en el valle del Rey. Porque él decía: "Yo no tengo un hijo para perpetuar mi nombre". A esa estela la había llamado con su nombre, y se la llama "Monumento de Absalón" hasta el día de hoy. (II Samuel 18, 18)
Después dijo a Guejazí, su servidor: "Llama a esa buena sunamita". El servidor la llamó, y ella se presentó ante él. (II Reyes 4, 12)
Eliseo llamó a Guejazí y le ordenó: "Llama a la sunamita". Cuando la llamó, ella vino y Eliseo le dijo: "Toma a tu hijo". (II Reyes 4, 36)
Tobías entró a avisar a su padre que había encontrado a uno de sus hermanos israelitas. Y Tobit le dijo: "Preséntamelo, para que yo sepa a qué familia y a qué tribu pertenece. Quiero saber si se puede confiar en él para que te acompañe". Tobías salió a llamarlo y le dijo: "Amigo, mi padre te llama". (Tobías 5, 9)
Rafael dijo al joven: "¡Hermano Tobías!". Este le preguntó: "¿Qué quieres?". El ángel continuó: "Es necesario que pasemos esta noche en casa de Ragüel; él es pariente tuyo y tiene una hija que se llama Sara. (Tobías 6, 11)
No escapará de las tinieblas, una llama secará sus retoños, su flor será arrastrada por el viento. (Job 15, 30)
Sí, la luz del malvado se extingue y la llama de su fuego no brilla más. (Job 18, 5)
¡A él, que llama "¡Inútil!" a un rey y "¡Malvados!" a los dignatarios, (Job 34, 18)