Trouvé 169 Résultats pour: mesa de los panes

  • Toma contigo diez panes, unas tortas y un tarro de miel, y ve a su casa: él te va a anunciar qué le sucederá a nuestro hijo". (I Reyes 14, 3)

  • Y ahora, manda que todo Israel se reúna junto a mí en el monte Carmelo, con los cuatrocientos profetas de Baal y los cuatrocientos profetas de Aserá que comen a la mesa de Jezabel". (I Reyes 18, 19)

  • Mesa, rey de Moab, era criador de rebaños, y pagaba como tributo al rey de Israel cien mil corderos y cien mil carneros lanudos. (II Reyes 3, 4)

  • Vamos a construirle una pequeña habitación en la terraza; le pondremos allí una cama, una mesa, una silla y una lámpara, y así, cuando él venga, tendrá donde alojarse". (II Reyes 4, 10)

  • Llegó un hombre de Baal Salisá, trayendo al hombre de Dios pan de los primeros frutos: veinte panes de cebada y grano recién cortado, en una alforja. Eliseo dijo: "Dáselo a la gente para que coman". (II Reyes 4, 42)

  • Pero los sacerdotes de los lugares altos no podían subir al altar del Señor en Jerusalén, aunque comían los panes ácimos en medio de sus hermanos. (II Reyes 23, 9)

  • Los descendientes de Caleb, el hermano de Ierajmeel, fueron los siguientes: Mesá, su primogénito, que fue padre de Zif, y los hijos de Maresá, padre de Hebrón. (I Crónicas 2, 42)

  • De su nueva mujer le nacieron Iobab, Sibías, Mesá, Malcón, (I Crónicas 8, 9)

  • Entre los quehatitas, sus hermanos, algunos estaban encargados de preparar cada sábado los panes de la ofrenda. (I Crónicas 9, 32)

  • Asimismo, tenían a su cargo los panes de la ofrenda, la harina para la oblación, las tortas sin levadura, las ofrendas fritas a la sartén o cocidas, y todas las medidas de capacidad y longitud. (I Crónicas 23, 29)

  • también determinó el peso del oro para cada una de las mesas de los panes de la ofrenda, y el peso de la plata destinada a las mesas de plata; (I Crónicas 28, 16)

  • los manjares de su mesa, los aposentos de sus servidores, el porte y la librea de sus camareros y de sus coperos, y los holocaustos que ofrecía en la Casa del Señor, se quedó sin aliento (II Crónicas 9, 4)


“Menosprezai vossas tentações e não vos demoreis nelas. Imaginai estar na presença de Jesus. O crucificado se lança em vossos braços e mora no vosso coração. Beijai-Lhe a chaga do lado, dizendo: ‘Aqui está minha esperança; a fonte viva da minha felicidade. Seguro-vos, ó Jesus, e não me aparto de vós, até que me tenhais posto a salvo’”. São Padre Pio de Pietrelcina