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  • Del corazón proceden las malas intenciones, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los robos, los falsos testimonios, las difamaciones. (Mateo 15, 19)

  • Entonces los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: «¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?». (Marcos 7, 5)

  • Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre». (Marcos 7, 23)

  • A todos los que están en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos, llegue la gracia y la paz, que proceden de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo. (Romanos 1, 7)

  • Llegue a ustedes la gracia y la paz que proceden de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo. (I Corintios 1, 3)

  • Ciertamente, hay diversidad de dones, pero todos proceden del mismo Espíritu. (I Corintios 12, 4)

  • Llegue a ustedes la gracia y la paz que proceden de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo. (II Corintios 1, 2)

  • Este es para nosotros un motivo de orgullo: el testimonio que nos da nuestra conciencia de que siempre, y particularmente en relación con ustedes, nos hemos comportado con la santidad y la sinceridad que proceden de Dios, movidos, no por una sabiduría puramente humana, sino por la gracia de Dios. (II Corintios 1, 12)

  • En realidad, no pretendemos ponernos a la altura de algunos que se elogian a sí mismos, ni compararnos con ellos. El hecho de que se midan con su propia medida y se comparen consigo mismos, demuestra que proceden neciamente. (II Corintios 10, 12)

  • Estos son falsos apóstoles, que proceden engañosamente, haciéndose pasar por apóstoles de Cristo. (II Corintios 11, 13)

  • Llegue a ustedes la gracia y la paz que proceden de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo, (Gálatas 1, 3)

  • Llegue a todos los hermanos la paz, el amor y la fe, que proceden de Dios, el Padre, y del Señor Jesucristo. (Efesios 6, 23)


“Se você não entrega seu coração a Deus, o que lhe entrega?” “Você deve seguir outra estrada. Tire de seu coração todas as paixões deste mundo, humilhe-se na poeira e reze! Dessa forma, certamente você encontrará Deus, que lhe dará paz e serenidade nesta vida e a eterna beatitude na próxima.” São Padre Pio de Pietrelcina