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  • ¿Y acaso no viven entre nosotros todas sus hermanas? ¿De dónde le vendrá todo esto?». (Mateo 13, 56)

  • ¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros?». Y Jesús era para ellos un motivo de tropiezo. (Marcos 6, 3)

  • ¿Qué salieron a ver? ¿Un hombre vestido con refinamiento? Los que llevan suntuosas vestiduras y viven en la opulencia, están en los palacios de los reyes. (Lucas 7, 25)

  • Porque él no es un Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para él». (Lucas 20, 38)

  • Ahora bien, ellos han oído decir que con tus enseñanzas apartas de Moisés a todos los judíos que viven entre los paganos, diciéndoles que no circunciden a sus hijos y no sigan más sus costumbres. (Hechos 21, 21)

  • Por lo tanto, ya no hay condenación para aquellos que viven unidos a Cristo Jesús. (Romanos 8, 1)

  • En efecto, los que viven según la carne desean lo que es carnal; en cambio, los que viven según el espíritu, desean lo que es espiritual. (Romanos 8, 5)

  • Por eso, los que viven de acuerdo con la carne no pueden agradar a Dios. (Romanos 8, 8)

  • Si ustedes viven según la carne, morirán. Al contrario, si hacen morir las obras de la carne por medio del Espíritu, entonces vivirán. (Romanos 8, 13)

  • Saluden a Filólogo y a Julia, a Nereo y a su hermana, así como también a Olimpia, y a todos los santos que viven con ellos. (Romanos 16, 15)

  • ¿No saben ustedes que los ministros del culto viven del culto, y que aquellos que sirven al altar participan del altar? (I Corintios 9, 13)

  • Pablo, Apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo, saludan a la Iglesia de Dios que reside en Corinto, junto con todos los santos que viven en la provincia de Acaya. (II Corintios 1, 1)


“Por que a tentação passada deixa na alma uma certa perturbação? perguntou um penitente a Padre Pio. Ele respondeu: “Você já presenciou um tremor de terra? Quando tudo estremece a sua volta, você também é sacudido; no entanto, não necessariamente fica enterrado nos destroços!” São Padre Pio de Pietrelcina