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  • Entonces bajaba y elevaba sus manos sobre toda la asamblea de los hijos de Israel, para dar con sus labios la bendición del Señor y tener el honor de pronunciar su nombre. (Eclesiástico 50, 20)

  • Me llevó a la entrada de la Casa, y he aquí que debajo del umnbral de la Casa salía agua, en dirección a oriente, porque la fachada de la Casa miraba hacia oriente. El agua bajaba de debajo del lado derecho de la Casa, al sur del altar. (Ezequiel 47, 1)

  • Yo contemplaba, en mi lecho, las visiones de mi cabeza. En esto, un Vigilante, un santo, bajaba del cielo. (Daniel 4, 10)

  • «En cuanto a lo que ha visto el rey: un Vigilante, un santo que bajaba del cielo y decía: "Abatid el árbol, destruidlo, pero el tocón y sus raíces dejadlos en tierra, con ataduras de hierro y bronce, entre la hierba del campo, y sea bañado del rocío del cielo y comparta la suerte con las bestias del campo hasta que hayan pasado por él siete tiempos", (Daniel 4, 20)

  • Bautizado Jesús, salió luego del agua; y en esto se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y venía sobre él. (Mateo 3, 16)

  • En cuanto salió del agua vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en forma de paloma, bajaba a él. (Marcos 1, 10)

  • Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. (Lucas 10, 30)

  • Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. (Lucas 10, 31)

  • Y Juan dio testimonio diciendo: «He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre él. (Juan 1, 32)

  • Cuando bajaba, le salieron al encuentro sus siervos, y le dijeron que su hijo vivía. (Juan 4, 51)

  • Porque el Angel del Señor bajaba de tiempo en tiempo a la piscina y agitaba el agua; y el primero que se metía después de la agitación del agua, quedaba curado de cualquier mal que tuviera. (Juan 5, 4)

  • y vio los cielos abiertos y que bajaba hacia la tierra una cosa así como un gran lienzo, atado por las cuatro puntas. (Hechos 10, 11)


Jesus lhe quer bem, da maneira que só Ele sabe amar.” São Padre Pio de Pietrelcina