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  • Pero si un sacerdote con su dinero compra una persona, ésta podrá comer de las cosas sagradas; y también el siervo nacido en la casa: ambos pueden comer del pan del sacerdote. (Levítico 22, 11)

  • Pero si la hija de un sacerdote queda viuda o es repudiada, y sin tener prole vuelve a la casa de su padre, podrá comer del pan de su padre, como en su juventud. Pero ningún laico comerá de él. (Levítico 22, 13)

  • El quince de este mes se celebrará la fiesta de los Azimos en honor de Yahveh. Durante siete días comeréis panes ázimos. (Levítico 23, 6)

  • No comeréis pan ni grano tostado ni grano tierno hasta ese mismo día, hastar traer la ofrenda de vuestro Dios. Decreto perpetuo será éste de generación en generación dondequiera que habitéis. (Levítico 23, 14)

  • Llevaréis de vuestras casas como ofrenca mecida dos panes, hechos con dos décimas de flor de harina y cocidos con levadura, como primicias para Yahveh. (Levítico 23, 17)

  • Juntamente con el pan ofreceréis a Yahveh siete corderos de un año, sin defecto, un novillo y dos carneros: serán el holocausto para Yahveh además de su ofrenda y sus libaciones, como manjar abrasado de calmante aroma para Yahveh. (Levítico 23, 18)

  • El sacerdote los mecerá como ofrenda ante Yahveh, juntamente con el pan de las primicias y con los dos corderos; serán consagrados a Yahveh y pertenecerán al sacerdote. (Levítico 23, 20)

  • para que sepan vuestros descendientes que yo hice habitar en cabañas a los israelitas cuando los saqué de la tierra de Egitpo. Yo, Yahveh, vuestro Dios. (Levítico 23, 43)

  • Pondrás sobre cada fila incienso puro, que hará del pan un memorial, manjar abrasado para Yahveh. (Levítico 24, 7)

  • El tiempo de trilla alcanzará hasta la vendimia, y la vendimia hasta la siembra; comeréis vuestro pan hasta saciaros y habitaréis seguros en vuestra tierra. (Levítico 26, 5)

  • Cuando yo os retire el bastón del pan diez mujeres cocerán todo vuestro pan en un solo horno, y os lo darán tan medido que comeréis y no os saciaréis. (Levítico 26, 26)

  • A los que quedaren de vosotros, les infundiré pánico en sus corazones, en el país de sus enemigos; el ruido de una hoja caída los ahuyentará, huirán como quien huye de la espada, y caerán sin que nadie los persiga. (Levítico 26, 36)


“Invoquemos sempre o auxílio de Nossa Senhora.” São Padre Pio de Pietrelcina